—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Entrevistas, reuniones y fiestas (1)

versión
completa

López acomodó a Piquito en un pequeño cuarto que daba al pasillo, próximo a su despacho, donde el chaval estuvo hasta media mañana jugando en un ordenador conectado a Internet.

Pasaban las once cuando Susana se presentó a su cita con López. O por mejor decir, cuando acudió a la llamada del empresario.

Había llegado a la recepción de visitantes, se había identificado, y Núñez le había franqueado la entrada, indicándole que subiera al tercer piso y se dirigiera a la puerta del fondo.

Cuando caminaba por el pasillo, por la rendija de una puerta entreabierta, creyó ver a Piquito sentado delante del teclado de un ordenador, y hubiera vuelto unos pasos atrás de no haberse sentido vigilada por las cámaras de seguridad instaladas en el pasillo.

» Interrogó a la chica sobre su conocimiento de los medios de comunicación escritos, preguntando sobre las diferencias […]

Llamó a la puerta del despacho del empresario, quien ya estaba informado de la llegada de la periodista al edificio, y desde dentro la invitó a pasar, pues no tenía por costumbre levantarse para abrirle la puerta a un empleado suyo.

Cuando Susana entró en el despacho, López quedó sorprendido. Era una belleza un tanto exótica que ni por asomo se esperaba cuando Evaristo dijo que enviaría a una chica de la redacción. De haberla visto anteriormente nuestro hombre no hubiera olvidado a Susana.

Sin levantarse de su sillón la invitó a tomar asiento. López no disponía de mucho tiempo antes de su ineludible cita en el ayuntamiento, por lo que fue directo al grano, interrogando a la chica sobre su conocimiento de los medios de comunicación escritos, preguntando sobre las diferencias entre un periódico, ya semanario ya diario, y una revista.

López mostró interés sobre la organización del trabajo en una editorial: diseño, maquetación, contenidos, impresión, distribución…, promoción, anunciantes, feedback del lector tipo…, preguntas a las que Susana fue respondiendo sin dubitaciones, lo cual fue del agrado del empresario, que la juzgó capaz, al menos, de echar a andar la imprenta gráfica que tenía pensado adquirir.

Se interesó especialmente por otros usos que pudieran  darse a aquellas máquinas, y lamentó saber que las rotativas sólo servían para eso, para imprimir sobre rodillos de papel continuo, aunque bien es verdad que López aún no sabía qué iba a adquirir en aquel lote… en el supuesto de que finalmente comprara algo.

Quiso saber algo más sobre la propia muchacha, sobre su pasado como estudiante, su vida actual y sus aspiraciones profesionales, pero Susana se mostró recelosa de facilitar información, aunque entendía que estas preguntas de corte personal habían de contribuir a su perfil profesional.

Finalmente López, complacido tanto por la imagen de la joven —aunque él le daría unos retoques— como por la profesionalidad que había mostrado, y sabedor de que tampoco conocía a nadie más del mundo de la imprenta —y sin querer reconocer que la chavala le había interesado más allá de lo estrictamente profesional—, le lanzó la pregunta.
—Señorita Crespo, ¿estaría usted interesada en trabajar en la dirección de un medio escrito de comunicación, aunque no trascendiera de los límites comarcales?

Susana repensó la respuesta. Eso de los límites comarcales sonaba un tanto ambiguo, y en lo de trabajar en la dirección cabían muchos matices.
—Estoy interesada en trabajar en aquello para lo que estoy cualificada académica y profesionalmente.

(Continuará…)