—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Blanco y oro, negro y plata (1)

[En 5 entregas diarias]

Tres limusinas salieron de la autopista y entraron en Mospintoles para poner rumbo al campo de fútbol, donde se encuentran ahora las oficinas del emporio de Industrias López&Asociados. La limusina blanca, cuyos cromados eran de oro, iba escoltada por dos limusinas negras con los cromados de plata. Cuando estacionaron en las inmediaciones del estadio los guardaespaldas se apearon con agilidad para abrir la portezuela a quienes viajaban en el vehículo del centro, de mayores dimensiones que los otros dos. Tres hombres vestidos inequívocamente con atuendos árabes bajaron del vehículo blanco. Por el otro lado, sin ayuda, se apeó un cuarto personaje vestido al uso occidental que llevaba un maletín en la mano. Aceleró el paso y pronto alcanzó a los árabes, que ya habían iniciado la marcha sin esperarle.

» ~Susana, querida, ¿dónde te metes? –dijo con desenfado, aunque en voz baja, cuando contestaron al otro lado del hilo telefónico.

López les aguardaba en pie a la puerta del edificio que formaba la estructura de la nueva grada. A su lado se encontraba su hombre de confianza, el infalible, infatigable y siempre correcto Basáñez. Tras las presentaciones y saludos de rigor entraron en el edificio. Los escoltas quedaron montando guardia junto a los lujosos automóviles, salvo dos mastodóntidos que acompañaron a sus jefes.

A media mañana en las proximidades del estadio siempre hay vecinos paseando con el perro, caminando a buen ritmo, e incluso trotando en carrera continua. Una docena de mospintoleños tuvieron la suerte de asistir a tan fastuoso desfile. Algunos jubilados empuñaron el móvil y realizaron llamadas. Otros más jóvenes, en paro o quizá de baja laboral, utilizaron ese adminículo para tomar fotos. Minutos después ya había un vídeo subido a Internet. Y es que hoy en día el más tonto del pueblo lleva en su bolsillo una herramienta de espionaje que ya hubieran querido para sí agentes de los servicios secretos de no hace treinta años.

No había transcurrido una hora cuando la caravana partió en dirección al ayuntamiento. El amplio Mercedes empresarial de López, que iba acompañado de su factótum y abogado Basáñez, parecía un cochecito familiar cuando pasó junto a las limusinas para abrir la comitiva.

En el Consistorio no había nadie esperándoles. López tubo que llamar por teléfono para que dos guardias de la Policía local salieran y autorizaran el estacionamiento del cortejo en lugar prohibido, pues las limusinas no pudieron acceder por la puerta del aparcamiento ubicado en el subsuelo del ayuntamiento.

El grupo cruzó la calle ante la escrutadora mirada de un número ingente de curiosos que a esas horas transitaban por el parque aledaño al ayuntamiento y las calles circundantes.

López, haciendo labores de anfitrión, invitó a los extranjeros a introducirse en el edificio. En ese momento bajó del coche el hombre del maletín que, aprisa, cruzó entre el tráfico para seguir a los demás.

En el interior Mari Pili asistía con la boca abierta y los ojos desorbitados a la visita de los forasteros. En esta ocasión el presidente del Rayo no la hizo objeto de alguna broma picarona, como acostumbraba desde que Piquito le firmara aquel autógrafo.

Por fin el ordenador de Mari Pili emitió un tono y ella, tras consultar la pantalla, les indicó que podían subir al despacho de la alcaldesa, donde les aguardaban. Cuando quedó a solas empuñó el teléfono:

~Susana, querida, ¿dónde te metes? –dijo con desenfado, aunque en voz baja, cuando contestaron al otro lado del hilo telefónico.

[…]

~Hay aquí mucho movimiento. Unos jeques árabes han venido con López a ver a María. ¿Qué haces que no estás aquí?

[…]

~Pues no sé… pero no hace falta ser muy lista para saber que vienen del estadio si están con López. Parecía que ya se conocían.

[…]

~Pues porque sonreían y hablaban como si se conocieran.

[…]

~No sé… Hablaban en inglés, pero no les he entendido ni papa; ya sabes que los idiomas no son mi fuerte, y menos con ese acento tan raro. Pero a López sí le he entendido que hablaba de fútbol. Eso es internacional, querida.

[…]

~Vale, aquí estaré cuando llegues. Date prisa que lo mismo se van enseguida.

[…]

~Pues no sé cómo lo voy a hacer… Como no me suba la falda cuando bajen…

[Continuará…]