—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles
Éstas son las entregas publicadas en
mayo de 2012

(Lee la entrega anterior)

La señá Engracia, viuda del difunto don Eutimio el pasante, tiene cerca de noventa años. Sigue haciendo sus compras del día, aunque camina muy despacito. En cada paso, el pie que avanza no sobrepasa completamente al otro. Se ayuda en su deambular de un bastón, porque su espalda se ha ido curvando hacia delante hasta casi un ángulo de noventa grados con el suelo. La señá Engracia está completamente lúcida, es su cuerpo el que reniega de los años vividos. Prácticamente todo Mospintoles conoce a la señá Engracia porque colabora animosamente con actividades filantrópicas, ayudando a recuperar retazos de la historia de la ciudad, y aunque su físico no se lo permite, con su fuerza de voluntad y su experiencia consigue ayuda para organizar festejos con los que se recaudan fondos para obras benéficas. Pero todo Mospintoles teme el día que la señá Engracia caiga al suelo o algún muchachuelo en su alocada carrera tropiece con ella, pues sabido es que a estos nonagenarios se les va la vida una vez que entran en un quirófano.

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