—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Corresponsal de guerra (1)

«Gajes del oficio» – 1ª parte

versión
completa

Susana llegaba tarde. Se había entretenido al salir del hotel y perdió el autobús que la hubiera dejado en los alrededores del estadio, por lo que en aquella ciudad desconocida para ella se vio obligada a buscar alguna combinación que la acercara lo más posible al lugar donde se iba a celebrar el partido del Rayo.

Había viajado como corresponsal de La Nueva Tribuna, el semanario que López había adquirido a un precio razonable. El empresario, fiel a su palabra, y no sin sentir por Susana algo más que interés profesional, la había designado como directora, adjunta a la presidencia del Rayo de Mospintoles. Porque la idea de López, desde un principio, fue crear un órgano de comunicación de la entidad deportiva.

» El tipo, con el cráneo pelado al cero, cerró su presa y se quedó agarrando la manga de la camisa de Susana.

Como directora del semanario, ahora volcado en la vida deportiva de Mospintoles y no en ecos de sociedad y noticias municipales, Susana se desplazaba con el equipo a fin de redactar la crónica del partido del Rayo, debutante en la segunda división, pero la directiva le había indicado con elegancia que debía permanecer alejada del hotel de concentración del equipo y gestionarse su propia estancia, que corría a cargo del periódico, naturalmente.

Debido a un congreso en la ciudad de destino las plazas hoteleras para este fin de semana no abundaban y Susana, ajena a este evento que congregaba a escritores de novelas y cuentos deportivos, encontró finalmente un alojamiento alejado del campo de fútbol, en la otra punta de la ciudad.

Estaba mediado el invierno y la luz del crepúsculo iluminaba las calles de la urbe cuando bajó del autobús. Llegaba con retraso al estadio para lo que ella acostumbraba. El partido aún no había comenzado, pero la prensa suele acceder al recinto deportivo con dos horas de antelación a fin de no verse envueltos en el ajetreo de los aficionados.

La circulación en las proximidades del campo era densa debido al partido. El transporte urbano la había dejado varias calles más abajo, y para llegar al estadio debía cruzar un descampado anejo a uno de los fondos del campo de fútbol. Durante el trayecto se había colocado el pase de prensa en la pechera del chaleco, y al bajar del autobús se colgó la cámara Reflex al cuello con el teleobjetivo ya montado. Llevaba otra cámara más pequeña en una funda y, previsora, otra de aficionado en un bolsillo interior.

La mayor parte del público ya había accedido al recinto y desde el descampado se percibía claramente el ambiente festivo que reinaba en los graderíos. Miró desde la distancia el nuevo coliseo de hormigón y una vez más se entusiasmó con el fulgor de los focos que se veía por encima de las gradas. Caminaba a media carrera sin reparar en lo que había a su alrededor.

No se apercibió de aquel grupito de hinchas locales. De haber reparado en ellos a buen seguro los hubiera evitado. Eran cinco ultras ataviados con bufandas y cachuchas con los colores del rival de hoy del Rayo, gamberros y malhechores que tratan de pasar por aficionados al deporte cuando lo suyo es armar bronca lo mismo en un concierto que en una primera comunión.

Cuando pasó a su lado uno de ellos la agarró por un brazo:
—¿A dónde vas con tanta prisa, morena?

Susana trató de zafarse del agarrón haciendo un amplio movimiento con el brazo:
—Adonde no te importa —respondió antes de advertir que el grupo sólo buscaba que les provocaran.

El tipo, con el cráneo pelado al cero salvo una lengua de pelo ralo en el centro, cerró su presa y se quedó agarrando la manga de la camisa de Susana. Dos de aquellos indeseables le cerraron el paso por delante.
—Uyuyuyuyuy, mira lo que tenemos aquí… Una negrita feroz y sin educación que viene a mi país a tratarme con desprecio.

En ese momento Susana fue consciente del peligro que corría:
—Lo siento. Por favor, tengo prisa. Soy reportera… —comenzó a decir, dándose cuenta de que si la encasillaban como seguidora del Rayo la cosa no haría más que empeorar.

(Continuará…)