Metafísica del fútbol (1)

—¿Pero te tirarías o no te tirarías, ‘Pico’?

Chili había ido cerrando el cerco sobre Piquito, tapándole toda salida, y ahora le exigía una respuesta. Quería saber con quien se jugaba los cuartos y el futuro y conocer la pasta de que estaba hecho el mospintoleño de moda.

» (…) puede que entiendan que te dé vergüenza tirarte, pero a lo mejor también prefieren que juegue otro en tu lugar.

La discusión había comenzado al salir del entrenamiento. La tarde había estado teñida de un gris plomo que sobrecogía el ánimo, y cuando salieron de los vestuarios, lloviznaba intensamente sobre Mospintoles. No tenían en mente ni pizzas, ni chicas, ni pelis ni partidos pendientes de visionar, pero entraron a toda prisa en el coche de Chili Revuelta para evitar calarse (Piquito tenía el coche cerca de la casa del cántabro). Durante el viaje Piquito recriminó al delantero centro que se hubiera tirado en el área descaradamente en el partidillo final.
—Ensayo para el gran día –fue la respuesta de Chili.
—¿Qué gran día? ¿Qué ensayo?

Piquito era un media punta que jugaba con coraje… Pero jamás había simulado una falta. Entendía el fútbol de otra forma.
—Yo juego para ganar, Chili; pero sin trampas. Ganar así no me vale.
—Pero no te pagan para que ganes como a ti te guste; nos pagan para ganar y punto. No te preguntarán cómo has ganado, sólo quieren que ganes. Para eso arriesgan la pasta y para eso nos pagan.
—¿Pero a ti te vale ganar de esa manera?
—Que no se trata de si me vale o no me vale a mí. Se trata de que si no meto goles pasarán de mí. Si no genero goles, y un penalti es una ocasión de gol generada, prescindirán de mí. Y si no ganamos, acabarán prescindiendo de nosotros.

A Piquito aquellos argumentos no le convencían.
—¿Y qué ganamos, Chili? ¿Cómo voy a sentirme contento si ganamos por un penalti simulado?
—Es que no te enteras, macho: que les importa una mierda tus sentimientos. Tú les importas una mierda. Por muy bien que juegues, si tienes remilgos, acabarán pasando de ti.

Piquito quedó pensativo, y Chili aprovechó para abrir brecha.
—Y si pasan de ti jamás jugarás en primera. Además, los otros, los rivales, lo hacen todos y no se cortan. ¿Y si nos ganan de penalti simulado?
—Deberían hacer una revisión de los penaltis pitados y sancionar duramente a quienes se han tirado a la piscina.
—Y qué quieres, ¿que les metan una multa de 3.000 euros? La pagará el club gustosamente por un partido ganado.
—Pues una sanción de diez partidos sin jugar. Verás como el puto club no se alegra tanto.
—Salvo que el penalti supusiera el ascenso a primera. ¿Qué son diez partidos? Dos meses y medio, nada más.

Piquito echó cuentas rápidamente:
—Pues un cuarto de temporada… –dijo entre dientes.
—Pero jugarías en primera.
—Y que al tercer piscinazo le retiren al infractor la licencia de por vida –tras la breve pausa, el media punta había seguido desarrollando su propio argumento.
—¿No te estás pasando, tío?
—Pero es que eso no es fútbol. Es… ¡antifútbol! La gente quiere ver espectáculo, no tíos hechos y derechos tirándose al barro.
—¿¡La gente…!? No sé lo que quiere la gente, pero los aficionados del Rayo quieren que ganes. El dinero con que te pagan sale de sus entradas y de sus abonos. Y puede que entiendan que te dé vergüenza tirarte, pero a lo mejor también prefieren que juegue otro en tu lugar.