—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

En la final del Mundial (y 4)

(Lee la entrega anterior)

Entonces tuvo la idea de aporrear la cabina, dar furibundos golpes a ver si alguien los escuchaba y acudía a su llamada. Pasaron unos minutos pero no hubo reacción alguna. ¿Sería posible que el hotel estuviera sin ningún cliente? Pues sí, quizás todos los huéspedes estarían ya en el estadio…
—Joder… esto no lo cuento… a ver cómo le digo a María, al Sergio y a todo quisque que no he podío ver el partido porque me he quedao encerrao en el ascensor de la mierda de hotel… Lo malo es que tampoco voy a poder hacer fotos para luego mostrarlas al personal… Bueno, diré que me robaron la cámara en el mismo estadio. Pero, ¿qué hago aquí dentro, más preocupao por quedar bien ante mi gente y amigos que de salir de aquí sea como sea?

» En menos que se tarda en contar una, dos y tres, el Sebas sacó la entrada de la final que tenía en un dobladillo interior del abrigo […]

Volvió a aporrear el ascensor con todas sus fuerzas. Le pareció que se movía un poco, pero sólo fue un espejismo. Derrotado al fin, se acurrucó en el suelo, abrió el maletín y sacó los bocatas de jamón.
—Menos mal que no se me ha quitao el hambre… Es para echarse a llorar, Sebas. Aquí, al lado, a punto de empezar la final del Mundial con nuestros héroes dispuestos a comerse a esos tíos de naranja de los Países Bajos y yo sin poder verlos, después de hacer ocho mil kilómetros en avión. ¡Pero qué desgraciao eres, Sebas! … No, desgraciao no, el mal fario que me acompaña no sé porqué… Si tengo un pedazo de mujer, un hijo la mar de cachondo, un negocio donde me van muy bien las cosas, muchos amigos y encima el Barça hace el mejor fútbol del mundo, ¿cómo voy a ser un desgraciao? Y ahora, con la mejor selección española de todos los tiempos… ahí al lado, a veinte minutos… y yo sin poder verla… –el Sebas no pudo evitarlo, unos fuertes lagrimones brotaron de sus ojos. Tras secárselos, una gran calma se apoderó de su espíritu. Empezó a darle bocados al primer bocadillo de jamón y deseó que aquel trozo de España que tenía entre manos le durase toda la vida. Entonces sacó también del maletín una bandera española y la extendió por el suelo–. ¡Menos mal que vamos a ganar por cuatro cuescos a cero!

Al cabo de una hora y media aproximadamente desde que se había quedado encerrado en aquel lúgubre ascensor, creyó oír voces. Saltó como un resorte y empezó a dar alocadamente golpes en las paredes gritando y pidiendo auxilio. Intuyendo que el negrazo de la recepción podía estar por allí cerca, no se le ocurrió otra forma de llamarle que repetir sus viejas palabras:
—¡Cuatro cero, siñor! ¡Gana Spain! ¡Veriguel! ¡Cuatro cero! ¡Gana Spain!…
—¡Siñor! –oyó de pronto tras las debiluchas paredes del ascensor–. Guan moment, tranqui colega…

El Sebas reconoció la voz y el tono. Entonces pegó un brinco de alegría que casi se cae de espaldas. ¡Por fin la divina providencia acudía en su auxilio! Tuvo que esperar diez minutos de infarto en que de vez en cuando golpeaba las paredes para recordar al negro que él todavía estaba vivo. Entonces comprobó cómo el ascensor subía unos metros y las puertas se abrían. La bocanada de aire fresco que le llegó al rostro aumentó su inmensa alegría. Se fue directo a por aquel negrito tan simpático y risueño y le dio un abrazo que casi lo ahoga.
—¡Gracias, gracias! ¿Cómo va el partido?
—Cuatro sero, gana Spain…
—No, eso al final. Ahora, en este momento –y señalaba la hora que marcaba el móvil.
—Ah, sero sero, siñor.

En menos que se tarda en contar una, dos y tres, el Sebas sacó la entrada de la final que tenía en un dobladillo interior del abrigo y se la mostró a su salvador.
—Todavía puedo llegar a tiempo de ver la segunda parte. ¡Gracias, gracias, gracias!

Salió tan rápido que no se dio cuenta que todavía tenía que bajar cuatro pisos de escaleras. Cuando ya casi se perdía de vista, su salvador le mostró en la distancia la bandera española que había dejado en el suelo del ascensor.
—¡Para ti, majete, para ti! ¡Un souvenir del Sebas y de Spain!