—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

La contratación del míster (2)

(Lee la entrega anterior)

Pedregal había pedido la palabra y López, siempre atento, se la concedió acompañando con un leve movimiento de cabeza la elevación de su dedo índice.
—No conocemos la opinión del entrenador respecto al equipo que va a tener el Rayo de Mospintoles esta próxima temporada. Quizá sea arriesgado aventurar que se sentirá a disgusto.
—Me gustaría aportar algo en ese sentido —el Director Técnico del Rayo, otro de los adláteres de López, tomó la palabra viendo que Pedregal había terminado su escueto discurso—. El míster me ha hecho llegar su idea sobre los refuerzos de que el Rayo debe disponer para jugar en segunda. Aquí tengo delante el folio que se me ha entregado.

» Un nuevo entrenador supondrá demasiadas novedades y una discontinuidad con lo conseguido hasta ahora.

El director técnico expuso el documento sobre la mesa.
—A la vista de este texto podemos asegurar que su visión no es muy ambiciosa. Sólo prevé tres incorporaciones y ninguna baja, las cuales deja a nuestra consideración. Estudiando las incorporaciones que pide queda patente que las bajas han de darse en esos mismos puestos.
—O sea, que nos deja a nosotros el dudoso honor de tomar la decisión de las bajas —interrumpió López entre mosqueado y divertido—. A eso se le llama tener dos caras.
—Me temo que se haya encariñado con la plantilla —opinó nuevamente el Director Técnico.
—Señores, éste es nuestro negocio —sentenció López—. Aquí no caben sentimentalismos. Somos nosotros quienes arriesgamos nuestro dinero y trabajamos en un proyecto ambicioso. Si nuestro estimado entrenador no camina en esa misma línea me temo que no iremos muy lejos.

Un murmullo sordo recorrió el grupo; algo que López esperaba tras sus palabras. Era en estos momentos cuando el grupo iba cambiando de opinión, y él lo sabía. López dejó que el murmullo creciera durante unos instantes para llamar al orden. Antes, cruzó su mirada con Basáñez, quien le sonrió imperceptiblemente.
—Señores, por favor. No se comporten como colegiales y tomemos la palabra de uno en uno —el murmullo se fue apagando aunque quedó una conversación sin finalizar; López esperó pacientemente—. Por favor, Pedregal, trate de participarnos la discrepancia que está manteniendo con el señor Mayo.
—Creemos que debemos dar un voto de confianza al actual entrenador. Hasta ahora nos ha demostrado que sabe llevar las riendas del equipo. Y en este Consejo siempre hemos pensado que tenía calidad para llevar al equipo a primera división. Creo que una nueva contratación podría dar al traste con el espíritu luchador conseguido hasta ahora.
—Tenga usted en cuenta que la mitad del equipo será nuevo en el vestuario.
—Eso es cierto. Tan cierto como que la mitad del equipo permanecerá en ese vestuario. Y podrá trasladar ese espíritu de equipo ganador a las nuevas incorporaciones. Un nuevo entrenador supondrá demasiadas novedades y una discontinuidad con lo conseguido hasta ahora.

López miró en derredor. Los semblantes de los consejeros parecían decirle que lo expuesto también era razonable.

(Continuará…)