—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Del aula a la concejalía (2)

(Lee la entrega anterior)

Y aquí estaba don Faustino, diez días después de asumir sus funciones, frente al principal activo de su concejalía de Deportes. De la otra concejalía tenía pensado librarse tras el verano aduciendo falta de tiempo. Había estado sopesando por cual de las dos optar y al final decidió que donde más falta se precisaba poner orden era en el servicio municipal de deportes por la escasa organización y la evidente falta de coordinación entre los diferentes recursos: “Mano de hierro en guante de terciopelo”, le recordó Manolo –no sin cierta sorna– este aforismo napoleónico en una de sus cotidianas charlas a puerta cerrada.

—Has de tener cuidado con la gerente; es una buena pájara…

» […] don Faustino hizo algunas averiguaciones, sacando en conclusión que allí estaban ocurriendo hechos susceptibles de ser denunciados en el Juzgado…

—¿Qué sabrás tú si la última vez que te has dejado caer por allí fue con motivo de aquella velada de boxeo a la que me llevasteis engañado Sebas y tú?
—¡Anda, leche! A ver si ahora no voy a poder saber qué males aquejan a Madrid sólo porque no voy a la Puerta del Sol…
—¿Y cómo puedes saber lo que dices que sabes, si puede saberse?
—¡Toma, leche! ¿Pues no tengo el bar lleno todas las mañanas de vecinos que van y vienen? ¡No te digo éste! Aquí la gente se sincera, y yo te digo que la gerenta es una pájara de mucho cuidado. De esas que te sonríen mientras te socavan el terreno.
—Pero si ni siquiera sabes como se llama…
—Iluminada. Iluminada Gurriheces para más señas. Y es lesbianorra.
—¿Y es eso delito? No puedo creer que a ti te escandalice algo así, tú que eres un defensor de las libertades personales.
—Ni es delito ni me escandaliza. Lo que sí deberías vigilar es la camarilla que ha creado a su alrededor con gentes de similar orientación sexual, una especie de Guardia de Corps. La dichosa discriminación positiva, que no deja de ser discriminación por mucho apellido que le pongas. Esta gente se ha tirado del armario abajo y algunas se creen que el corporativismo sexual es invocable para otorgar favores.
—Perdona, Manolo, pero yo paso por allí tres veces por semana y no veo que los monitores sean maricas…
—Que no te enteras, Faustino, que no te enteras. Que tiene a su novia monopolizando todas las actividades y dándole preferencia para elegir los mejores horarios. Y eso tiene quemados a los demás trabajadores. Y al que se le ha ocurrido protestar le ha dicho muy claro y sin testigos que si no está conforme ya sabe donde tiene la puerta. Es lo que pasa cuando el concejalillo que te precedió dejó hacer a gentes de dudosa capacidad. Que donde no hay capitán los marineros y marineras se ponen los galones ellos solitos. Tú investiga, ojo avizor, y sacarás mierda a punta pala.

Las admoniciones de Manolo no habían caído en saco roto (a decir verdad, nunca eran ignoradas), y don Faustino hizo algunas averiguaciones, sacando en conclusión que allí estaban ocurriendo hechos susceptibles de ser denunciados en el Juzgado… y él no quería ser consentidor de tales conchabanzas.

El profesor, antes de acudir a tomar posesión efectiva de sus competencias, siguió indagando en el asunto desde el Ayuntamiento. Resultó que Iluminada llevaba siete años con un contrato de interinidad, y que era prima o sobrina en un grado cercano de un concejal que ya no pertenecía a la Corporación pero cuya sombra pesaba en ciertos ánimos; después de tantos años, la chavala contaba con las simpatías propias entre trabajadores municipales de diferentes departamentos, y el profe sospechó que le llevaría tiempo averiguar la identidad de ese padrino en la distancia, pero se propuso descubrirlo.

[Continuará…]