—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

La odisea (de don Faustino) (2)

(Lee la entrega anterior)

Don Faustino llegó a destino por la mañana a eso de las nueve. Tras desayunar opíparamente en un bar que le había recomendado el gerente del hotel, acudió al primer museo que tenía en cartera. El Audi lo dejó estacionado correctamente en una populosa avenida de la capital, a sólo cinco minutos andando del museo. Serían las once y media cuando terminó su visita cultural. Cuando llegó a la altura de donde había estacionado el vehículo, no lo encontró.
—¡Coño, aquí no está el coche! A ver si me he equivocado de calle…

» Yo que usted les metía un paquete de aquí te espero. ¡Que se vayan a robar a Sierra Morena, hombre!

Con el ceño fruncido y lamentando su mala memoria, comenzó a dar vueltas alrededor de la acera, arriba y abajo, buscando algunas referencias que le fueran conocidas. Tras dar varios paseos infructuosos llegó a la conclusión de que el lugar era correcto lo que significaba que le habían robado el coche o que la grúa se lo había llevado. No vio ninguna pegatina en el suelo y comprobó varias veces que en aquella zona se podía aparcar perfectamente. No había ninguna duda: alguien le había birlado el Audi. ¡Menudo estreno!

Angustiado, miró hacia un lado y otro de la avenida. Unos treinta metros más arriba, pero en la acera de enfrente, vio que había una parada de taxis. Encaminó sus pasos hacia ella decidido a preguntar:
—Buenos días, señor taxista. Verá, hará cosa de dos horas dejé aparcado el coche enfrente de aquí, un poco más abajo, y no lo encuentro. Parece que en la zona se puede aparcar pero como no soy de aquí me quedo con la duda…
—¿Era un Audi gris?
—Efectivamente, señor.

A don Faustino se iluminó la cara, sombría momentos antes por la incertidumbre.
—Hará cosa de unos quince minutos acaba de retirarlo la grúa municipal.
—Mejor que sea así y no que lo hayan robado, como me temía. Pero… ¿en esa zona está prohibido aparcar?
—No señor… Lo de la grúa me ha extrañado un montón. Es por eso que me he fijado bien en el coche y hasta en la matrícula. ¿Es ésta? –y le mostró un pequeño papel donde había unos cuantos garabatos de letras y números.
—Es la de mi coche. No hay duda. Pero si no está prohibido aparcar, ¿por qué se lo han llevado? ¿Y por qué no han dejado ninguna señal en el suelo?
—Lo desconozco, amigo…
—¿Y no será una grúa falsa? Sé que se han dado casos… Muchos coches de alta gama han sido robados con esa estratagema…
—No, amigo. Era la grúa municipal. Estoy seguro… Lo que desconozco es porqué se llevó su coche si estaba bien aparcado. Si es así yo que usted les metía un paquete de aquí te espero. ¡Que se vayan a robar a Sierra Morena, hombre!

Don Faustino permaneció callado unos instantes, los justos en que su cerebro intentaba encontrar una explicación a aquella inquietante situación. Decidió lo más sensato…
—Lléveme al depósito municipal de vehículos y saldré de dudas.

[Continuará…]