—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

La movida de la churrería (2)

(Lee la entrega anterior)

Aquella mañana la Churrería Manuela era un hervidero de gente. No sólo había allí los parroquianos habituales de esas horas. Pareciera que se celebraba algo importante. Y, en efecto, así era.

El recién llegado, impresionado por el número de gente aglomerado alrededor de la churrería, preguntó qué demonios pasaba.
—¿Qué demonios pasa, vecino? Nunca he visto el parque tan lleno de gente…
—Hoy cierra la churrería.
—Natural… Son las once de la mañana… pero esta tarde a las cinco doña Manuela volverá a abrir.
—Está usted un poco desinformado, vecino. Ya no volverá nunca más a abrir.
—No lo entiendo.
—El Ayuntamiento no ha dado su brazo a torcer…
—¿Y qué pinta aquí el Ayuntamiento?

» —Pues vamos a tener un serio conflicto en Mospintoles si hay dos grupos enfrentados en torno al mantenimiento o no de la churrería…

—El chiringuito es de su propiedad. La concesión del negocio finaliza este mes y el Ayuntamiento no quiere renovarla.
—No lo sabía, vecino. ¡Pero sí sé que la churrería lleva aquí muchos años!
—Quince para ser exactos, pero siempre de manera provisional, con renovación anual de la concesión y alquiler del chiringuito. Hasta que ha llegado la nueva alcaldesa y ha dicho que ya está bien, que este garito no pinta ni con cola en un parque tan bonito.
—Mucha olor a fritanga, ¿no?
—Y mucho desgraciao comprando churros. Como ella tiene gustos más exquisitos y refinados…
—Si, los de la Cama… (1)
—El caso es que va a derruir el chiringuito para colocar una fuente.
—¿Y no ha ofrecido otro lugar a doña Manuela?
—Le ha dicho que no es labor del Ayuntamiento el poner un churrería a un particular.
—Hombre, dicho así… suena razonable…
—La realidad es que la churrería no hace mal a nadie y, a cambio, el Ayuntamiento saca unas perras por la concesión, pero nuestra Reina prefiere no ganar ese dinerillo y poner en el paro a tres personas más. Total, donde hay más de cuatro millones qué más da unos pocos más…
—Pues que doña Manuela alquile un local y ponga en él la churrería…
—Eso es lo que tendrá que hacer al final aunque no le gusta la idea por razones que se me escapan. Quiere agotar todas las posibilidades pues ve cómo mucha gente la apoya.
—¿Quieren desgastar a la alcaldesa?
—Yo creo que sí aunque no les falta algo de razón. Uno se viene aquí al parque, se compra unos churritos y se los toma sentado o de pie, rodeado de vegetación, en un ambiente agradable. Aunque la churrería sea un local poco estético se ha convertido en una cita obligada de muchos mospintoleños. No es lo mismo que hacerlo en cualquier cuchitril de mala muerte.
—¿Es que han puesto la churrería en la guía Michelín?
—No, pero está en una más importante: en la guía gastronómica de Mospintoles y de la gente sencilla.
—Sí, quizás no sea lo mismo tomarse un par de churros con chocolate en un garito de una calle cualquiera a hacerlo al aire libre en este espléndido lugar. O sea que estamos en el inicio de un conflicto entre el Ayuntamiento y un numeroso grupo de vecinos.
—Exactamente. A mí me da igual porque no me gustan los churros pero entiendo la postura de ambas partes. Para complicar la cosa acaba de crearse una plataforma en apoyo de la alcaldesa.
—¡No me diga, qué cosa más original!
—Argumenta que el parque es de todos y no de la churrera, que el aire será más puro en consonancia con el arbolado, que la fuente que hay prevista mejorará la estética del lugar y, lo más importante: que nadie prohíbe a doña Manuela el que pueda poner una churrería donde le salga del coño.
—¿Y de esa manera tan elegante lo dicen?
—Hombre, la mía es una versión libre pero la cosa no anda muy descaminada.
—¿Y toda esta gente que se agolpa alrededor de la churrera es de la que está a favor o de la que está en contra?
—Ya se lo dije antes: estos quieren que la churrería permanezca donde está, en el parque. A poco que se aparten unos cuantos podrá ver a nuestra ilustre churrera recibiendo los ánimos del respetable.
—Me parece a mí que algunos quisieran darle a doña Manuela algo más que ánimos.
—Sí, unos cuantos revolcones en el catre o en la misma churrería pero una cosa no impide la otra. Y no digamos si hablamos de su hija Manolita. ¡Qué buenorra que está la chavalota!
—Pues vamos a tener un serio conflicto en Mospintoles si hay dos grupos enfrentados en torno al mantenimiento o no de la churrería…
—Pues sí, vecino, se puede armar la de San Quintín, o mejor, la de San Mospintoles, a poco que a algunos les patinen las neuronas. Por de pronto los partidarios del chiringuito han organizado una manifestación para mañana.
—¡Coño! Una manifestación en defensa de una churrería pública… Es lo nunca visto… No me la pienso perder… ¿Y los otros?
—Lo mismo a alguno se le calientan los cascos y le pega fuego al quiosco antes de tiempo. Yo no sé en que acabará todo esto…

[Continuará…]


NOTAS:

  1.  — «La Cama» es el nombre de la cafetería para gente bien a la que habitualmente acude la alcaldesa María Reina.