—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Cocinando la noticia (1)

(Quizá deberías leer antes el relato anterior…)

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Susana se disponía a cerrar el pequeño negocio familiar de barrio. Ya tenía noticias del diagnóstico de su padre: una indigestión, a buen seguro por tragón. Tenía pensado volver a casa para comer algo antes de llegarse a la emisora. Su madre abriría los ultramarinos por la tarde. Antes comería en el hospital mientras su padre aguardaba al alta médica. El tragón no comería hoy…

Terminó de despachar a una clienta tardía y se quitó la bata. Su móvil sonó con un timbre característico. Era Ángel, su amigo medio novio. El joven al que había encargado una tarea profesional.

» ~Pues lavas a mano, rico… Yo me voy a la emisora, a ver si lo que me has dicho les encaja con algo que ya sepan.

~Dime…

~Susana, rica. No he podido averiguar mucho…

~Te pedí que me redactaras una pequeña nota de prensa. ¿Ni siquiera tienes para eso?

~Pues no sé… No sé si lo que he averiguado vale para algo porque como me tienes in albis… No puedo valorar el alcance de lo que sé.

~Pues dime qué sabes…

~El representante aquel era alemán. Estuvo todo el rato hablando con alguien del Rayo, y estuvieron visitando los campos, los vestuarios, y una parte del complejo.

~¿Y oíste algo de lo que decían?

~No se les entendía nada. Y eso que hablaban en inglés…

~¡Coño!, pero tú con el inglés te defiendes.

~Sí, pero es que esos alemanes cuando hablan en inglés lo hacen en alemán.

~¿Y quién del Rayo habla alemán?

~No, no. Si hablaban en inglés. Pero como no me dejaron acercarme… No le entendía nada. Supongo que estando frente a él sí le hubiera entendido.

~¿Y quién más estaba por allí?

~Compañeros de prensa no vi a nadie. Es lo que decías tú, una primicia…

~¿Y no intentaste hablar con el representante?

~Sí, al final. Pero me contestó en alemán y con una cara de rottweiler que metía miedo.

~Bueh… Pues vale. Supongo que yo tampoco hubiera conseguido más. Qué se le va a hacer.

~¡Oye, chata!, y de lo nuestro, ¿qué…?

~¡Oye, chato!, que no has cumplido tu parte del trato. Te pedí una nota de prensa y me traes un cotilleo.

~Ya Susana, pero yo ya me había hecho a la idea.

~Pues lavas a mano, rico… Yo me voy a la emisora, a ver si lo que me has dicho les encaja con algo que ya sepan.

~Joder, Susana… Que quiero verte…

~Pues no va a poder ser… Adiós.

Susana oprimió la tecla roja, y tras cerciorarse de que la comunicación había sido interrumpida le chilló al aparato:

—A ver, idiota, a mí también me pica… Pero hay que ser más galante y más cariñoso, ¡botarate!

Comió rápida y frugalmente. Lavó los platos que se acumulaban desde la noche pasada en el fregadero y salió para la emisora. Cogió el transporte público pues sus padres no habían regresado aún con el utilitario familiar. El siete, que pasaba por el barrio, la dejaba en el centro, a tiro de piedra de la emisora.

Cuando llegó se encontró con el habitual ambiente del comienzo de la tarde. Todas las mesas estaban ocupadas por sus propietarios, que o bien sesteaban o bien hablaban por teléfono. Pero trabajar, lo que se dice trabajar, Susana nunca vio a nadie preparándose el guión de una crónica, las preguntas de una entrevista, ni mucho menos el argumento de un reportaje.

(Continuará…)