—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Contamos contigo (1)

«El juguete roto» – 1ª parte

versión
completa

Aquella fue una mañana gris. El sol hacía esfuerzos por brillar entre algún claro de nubes ocasional. Había llegado pronto a la redacción de El Heraldo, diario que se distribuye en todos los municipios del sur de la provincia de Madrid.

Aunque no estaba en nómina sí mantenía una columna de colaboración donde seguía la actualidad del deporte mospintoleño. Desde que comencé mi carrera en la Facultad de Periodismo tuve claro que quería ser periodista deportivo.

» —Forma parte de la historia deportiva de Mospintoles. Es o ha sido toda una institución.

En aquellas mis primeras armas firmaba mi columna con el seudónimo “Comanche”, más por precaución profesional que por temor a que no se aceptara la opinión de una mujer. Aquellos tiempos habían acabado, y del machismo sarcástico se había pasado a un paternalismo molesto. Mi reserva tenía como finalidad no enturbiar mi relación con Radio Mospintoles, donde sí estaba en nómina aunque con un sueldo insuficiente. Después de todo, y salvo afortunado padrinazgo, los comienzos siempre son humildes en cualquier trabajo.

El jefe de la redacción de deportes de El Heraldo estaba acodado en la ventana, con la mirada ausente, pero no vacía. Llevaba un rato observando algo en la calle y meditando. Y yo, que había congeniado con él desde el principio, me acerqué un tanto intrigada.
—¿Qué hay en la calle que requiere tu atención?
—¿Ves a aquel hombre, el que pasea el perrillo en el parque?

Me acerqué más al redactor-jefe para mirar donde me decía.
—Sí.
—¿Sabes quién es?
—Le he visto más veces. Siempre está ahí, en ese parquecito, con su perrito faldero. Pero no sé exactamente quién es.
—Es Iñaki…

Noté que Felipe observaba mi reacción. Pero el nombre no me decía nada.

Felipe Quiñones era el redactor-jefe de la sección de deportes de El Heraldo. Llevaba toda una vida dedicado al periodismo, profesión que le venía de familia. En el pasado había colaborado en programas de difusión nacional en radio y televisión. Incluso en algunos gozó de su propia sección. Pero cansado de los vaivenes profesionales y de la inconstancia humana había vuelto a sus orígenes en Mospintoles. Allí, con su currículo, no le fue complicado hacerse con la sección de deportes de El Heraldo y con un buen sueldo.

Tras unos segundos reflexionando le confirmé que no sabía quién era Iñaki.
—Forma parte de la historia deportiva de Mospintoles. Es o ha sido toda una institución.

El hombre, en el parque, se agachó a recoger las heces de su perrito. Se le notó alguna fatiga al doblar las rodillas. Y luego no se pudo incorporar sin trabajo. Tendría unos sesenta años, si no más.
—¿Una institución? Pues está baldao… —critiqué ácidamente.
—No siempre fue así —Felipe estaba en plan conciliador; en realidad ese era su estado de ánimo habitual—. Iñaki en su juventud fue un atleta olímpico. Cosechó no pocos triunfos internacionales. Se convirtió en todo un referente para lo que en aquel entonces se conocía como Castilla La Nueva, y para toda España.

(Continuará…)