—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Contamos contigo (2)

(Lee la entrega anterior)

Volví a mirar al hombre con más atención. Se le advertían unos hombros anchos, pero no podía adivinar cuál había sido su actividad deportiva.
—¿En qué destacó?
—Fue halterófilo. Uno de los mejores. Obtuvo podios europeos y dos diplomas olímpicos.
—¿¡Fue olímpico!?
—No fue medallista olímpico porque se equivocó de país al nacer. De haberlo hecho en el Este europeo habría sido una leyenda. Ganó esos diplomas en Munich y en Montreal.

» —¿Contamos contigo? —pregunté queriendo recordar un detalle que se me escapaba.

Entonces fijé mi atención en aquel hombre, que se había sentado en un banco, con su perrillo al lado. En realidad siempre había visto a aquel hombre allí, solo, con su perrito, en aquel minúsculo parque que el ayuntamiento había construido en la confluencia de dos calles.

El aspecto del tal Iñaki era algo desaseado. Se intuía que debía vivir por los alrededores, pues vestía zapatillas de andar por casa y un chándal azulón bastante raído. Le colgaba la mandíbula inferior y estaba siempre cabizbajo. Yo no recordaba haberle visto hablar con nadie. Digamos que Iñaki se había ido convirtiendo en una parte prescindible del mobiliario urbano de aquel parquecito.

Sí que recordé haberme cruzado con él en algunas ocasiones. Tenía unos ojillos pequeños, huidizos, y quizá demasiado juntos. Aunque nunca temí nada por parte de aquel hombre, no muy grande, sí recordé que siempre que pasaba junto a él sentía una irracional intranquilidad.
—¿No es pequeño para haber sido halterófilo?
—En halterofilia hay varias categorías de peso. Iñaki competía en los pesos mínimos.
—Cuéntame más cosas de él.
—No hay mucho que contar. A Iñaki siempre le gustó hacer alarde de su fuerza. Ya desde el colegio. No es que fuera un niño peleón, pero sí era muy fuerte. El profesor de gimnasia le recomendó trabajar con pesos. De aquella había una sección deportiva en Mospintoles de la OJE franquista, que era una organización que reglaba el deporte en pueblos como Mospintoles. Nuestra ciudad hace cuarenta años no era más que un pueblo. Fue con el boom urbanístico cuando se convirtió en una ciudad dormitorio de Madrid.
—Háblame de Iñaki…
—Sólo quiero hacerte un cuadro de aquel mundo. Te decía que había en Mospintoles un pequeño gimnasio con un par de barras y algunos discos. Iñaki se inició allí en la halterofilia. Pronto destacó en los campeonatos provinciales y alguien de Madrid se fijó en él. Ni siquiera había llegado el «Contamos contigo». Era la época de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes.
—¿Contamos contigo? —pregunté queriendo recordar un detalle que se me escapaba.
—Contamos contigo fue un eslogan de comienzos de los años setenta. El Consejo Superior de Deportes no se constituyó hasta el 77 por lo menos. Antes de aquel mensaje publicitario todo el deporte en España era algo… primitivo. No era fácil dedicarse al deporte pues el profesionalismo estaba reservado al boxeo, al fútbol y al ciclismo.
—Toda esa situación la conozco por haberlo leído. Pero me sorprende que nadie me hubiera dicho nunca nada de Iñaki.
—Iñaki ha quedado olvidado por los aficionados, por las instituciones, por el gran público que le aupó a cotas a las que nunca debió soñar con asomarse.

(Continuará…)