—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

El pico de Piquito

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Piquito siempre había destacado entre sus compañeros del patio del colegio. Jugando a fútbol, por supuesto.

Iba para crack. De momento, y a pesar de su juventud, un juvenil, se había convertido, durante el último trecho de la liga, en la figura de un equipo que era debutante en la segunda división B.

Fue una temporada brillante y el equipo de la ciudad –dormitorio de la megaurbe de la que era un anejo–, había sido jaleado y llevado en volandas por toda una población que vibraba con cada partido.

» Piquito enmudeció durante la siguiente, inmensa, eterna, media docena de segundos.

Ahora Piquito comparecía por primera vez en una rueda de prensa. Pasado el ecuador de la campaña se había desatado el genio que llevaba dentro cuando conducía un balón con sus pies. La prensa de todo Madrid aguardaba para poder entrevistar al prospecto.

Piquito era desenvuelto en sus relaciones sociales. Con las chicas triunfaba igualmente. Incluso a las que rechazaban el fútbol frontalmente también las conquistaba.

De feo no tenía ni un pelo. Todo ayudaba. Su apostura, su popularidad… Pero sobre todo, decían quienes le conocían, su verbo. Piquito era un tipo simpático por naturaleza. Tenía una labia para las chicas que ya hubiera deseado Casanova en su mejor época.

Por fin, tras los vítores de los periodistas más forofos que atestaban la sala de prensa del club, se hizo el silencio. La primera pregunta, preparada, llegaba de un periodista de la casa.
—Piquito, ¿qué supone este ascenso para un equipo como el Rayo?

Piquito sonrió, pero la sonrisa pareció congelarse en sus labios por unos instantes:
—Bueh… Pueh chíHemohsubío… y… no’ha ío fenomenal.
—Piquito, para Radio Madrid, dinos cuáles han sido las claves de vuestro éxito.
—Bueh… Pueh chíHemohganao partidohmuchoh… y… no’ha ío fenomenal.
—Piquito, soy Susana Crespo para Radio Mospintoles, dinos al menos si con este ascenso se va a ver incrementada tu ficha.
—Bueh… Pueh chíHemohsubío y… me va fenomenal.

En el auditorio comenzó a crearse una tensa e incómoda incertidumbre a pesar de la sonrisa inmutable del jugador. Legendario era el pico de Piquito pero el chaval no articulaba más que un latiguillo y hablaba como un lelo. ¿Dónde estaba el ocurrente Piquito que tras cada gol en la liga lo festejaba con una celebración diferente?
—Piquito, ¿estás nervioso en esta comparecencia ante los micrófonos y las cámaras de todo Madrid?

Piquito enmudeció durante la siguiente, inmensa, eterna media docena de segundos.
—Bueh… Pueh chíHemohganao… y no’ha ío fenomenal.
—¡¡Desde el estadio municipal de Mospintoles, en directo, y para todos ustedes, esta era la voz de Piquito, toda una revelación del fútbol español, el futuro del fútbol nacional!!