—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

En la final del Mundial (1)

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Cuando Sebastián Matute llegó al hotel de Johannesburgo se le cayó el alma al suelo. El vuelo había ido muy bien, aunque no pudo dormir en toda la noche por culpa del nerviosismo y de las turbulencias. Tenía a resguardo la entrada para ver el partido de la final del mundial entre Holanda y España. Sus intenciones eran dormir unas cuantas horas en el hotel contratado al efecto y así estar como una rosa tres horas antes del partido, en que pensaba deambular por los alrededores del estadio, entrar en contacto con otros miembros de la afición española y acudir al campo para presenciar el mayor acontecimiento histórico de los últimos tiempos. Esas fueron exactamente sus palabras cuando tres días antes le había dicho en la cama a su mujer –tras una opípara cena en un selecto restaurante de Mospintoles– que lo que más deseaba en el mundo en ese momento era ir a Sudáfrica para apoyar a la selección española de fútbol.

» —Menos mal que no ha venío porque si ve lo que yo estoy viendo monta un cirio de no te menees…

—¿Apoyar? ¿Tú qué vas a apoyar si ya ni sabes apoyarme a mí?
—Mujer, un gatillazo lo tiene cualquiera…
—Sí, pero tus hazañas se remontan a cuando Zarra marcó aquel famoso gol a Inglaterra en no sé qué mundial de la pelotita dichosa…
—Anda ya, exagerá
—Mira, Sebas… Lo nuestro funciona a medias. En la cama es un desastre, en los negocios va de maravilla y en el hogar, dulce hogar, va con un vulgar aprobado. De modo que haz la media aritmética y ya me dirás, un cinco raspado tirando para insuficiente.
—Joder, María, pareces don Faustino con tanta nota y tanta leche…
—Seguro que el profe, a sus años, funciona mejor que tú…
—María, no te pases, que lo que peor lleva un hombre es que pongan en duda su virilidad…
—Dejémoslo, Sebas. Quizás me he pasado bebiendo vino en la cena y ahora no sé ni lo que digo. Pero reconoce que llevamos un par de años en que lo nuestro en la cama no funciona. Seguramente por culpa de los dos, no te lo discuto pero, además de hablarlo, debemos poner los medios antes de que sea demasiado tarde.
—Te lo prometo, María, pero un buen momento para ello sería en un bello hotelito de Johannesburgo tras ver en directo a la selección de Del Bosque meterle cuatro a los chicos de los tulipanes…
—No, Sebas. A ver si te enteras que tus excesos futboleros tienen algo que ver con tus gatillazos. Y a ver si te enteras que a primeros de agosto tenemos programado un viaje a Londres y Paris para descansar y que el Sergio se dé un baño de ingleses y franceses a ver si se le pega algo de sus idiomas respectivos.
—No se me había olvidado el dichoso viajecito. Los dos y el niño durmiendo en la misma habitación. Por la crisis. ¿Así como vamos a arreglar lo nuestro?
—Mira, vete mañana a una agencia de viajes y embárcate para Sudáfrica. Pero conmigo no cuentes. Ya sólo me faltaba estar once horas metida en un avión para ir a ver un partido de fútbol que lo van a echar en la televisión con todo lujo de detalles…
—Pero es histórico, María… Y no es lo mismo…
—No pienso perder el tiempo refutando tus vulgares topicazos. Pero una cosa sí te digo: los tres mil euros que te va a costar la broma los sacas de tu propia cuenta. Buenas noches, gatito mío…

Ahora que Matute había conseguido la primera parte de su gran sueño, estar en la misma ciudad en que dentro de unas horas su equipo nacional disputaría por primera vez la final de un mundial de fútbol, un agrio sabor le vino a la boca al contemplar la fachada del hotel que la agencia de viajes le había contratado para echarse un sueñecito antes del partido. Tan agrio sabor que se quedó diez minutos pensando si entrar o no mientras le venían a la mente aquellos primeros instantes en que pretendió que María, su mujer, le acompañase.
—Menos mal que no ha venío porque si ve lo que yo estoy viendo monta un cirio de no te menees… Bueno, no pensarás, Sebas, estar aquí toda la mañana delante de este caserón a punto de caerse… ¿No querías emociones fuertes? Pues aquí tienes las primeras…

(Continuará…)