—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

El chico de Santander (y 4)

(Lee la entrega anterior)

López hizo una nueva pausa.
—Ha de ser una chica hábil, que no trate de seguir al dedillo nuestras instrucciones, que sepa improvisar. Que tenga claro el objetivo y sepa ejecutar nuestro plan.

Y tras una nueva pausa López sonrió malévolamente.
—Parece que el señor Revuelta es bastante dicharachero. No tendrá problemas en entablar conversación. Que le haga saber que va a estar unos días en la ciudad. El viaje le será rentable a nuestro taxista, con lo que estará encantado de hacerlo a diario, por lo que nuestra amiga no deberá tener problemas para hacerse con su teléfono privado. Que la chavala, al pagar, lo haga con esplendidez, dejándole buena propina; que el taxista intuya que la señorita está bien acomodada.

» La concurrencia emitió un sonido sordo, casi gutural, que más parecía un rugido.

López levantó la mirada para ver a su auditorio. Alguno había que parecía dispuesto a babear, con la mandíbula inferior colgando y unos ojos ensoñadores.
—Incluso que le llame para alguna salida nocturna. Que nuestra dama se divierta en la noche. Que pique a Revuelta, pero que se haga de rogar. Al cuarto día que se lo lleve a la cama. Sólo dos días de relaciones extramatrimoniales le van a estar permitidos al señor Revuelta a nuestra cuenta. Señores, esperemos que los aproveche porque es todo lo que estamos dispuestos a darle.

La concurrencia emitió un sonido sordo, casi gutural, que más parecía un rugido. La mayoría estaban bien entrados en los sesenta inviernos. López y su equipo más cercano eran los más jóvenes del grupo.
—Que sea el taxista quien lleve a nuestra dama al aeropuerto. Ha de enamorarle. Que le dé unas señas… –López pareció cambiar de idea–, que le dé unas señas en uno de nuestros municipios vecinos.

López había acabado de exponer su plan.
—Basáñez, no pierda contacto con la joven ni un solo día. Que nos reporte informes pormenorizados de cómo avanza nuestra gestión. Pormenorizados de los avances, se entiende. No queremos saber los pormenores de la conclusión.

Algo parecido a una carcajada grupal llenó la estancia, y con ella se disipó la tensión que quedaba del anterior careo.
—Que se citen para diez días después de su marcha en el municipio que usted elija, pero en un lugar ficticio. Compre para la joven un número de móvil al que el pardillo de Revuelta pueda llamarla durante esos días, pero sin que nada nos asocie a esta trama. Al término de esos diez días ya debemos tener firmada la cesión del chaval con el beneplácito de su progenitor.

López puso la mano sobre la mesa, como para dar por concluido este punto, pero añadió:
—Y… Basáñez, busque una putilla que sea de confianza, no podemos permitirnos el error de quedarnos al descubierto.