—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Saltan las alarmas (2)

(Lee la entrega anterior)

—¿Qué piensa de todo esto, Basáñez?
—Necesitamos un poco de tiempo, López. Todo ha surgido tan deprisa…
—No hay tiempo. Tenemos que mover ficha antes de que se nos pueda caer encima todo el dominó.
—Pero ni nosotros ni el club tenemos nada que ver en este asunto…
—Peor me lo pones porque podemos pagar el pato sin comerlo ni beberlo. No teníamos bastante con lo de Francis…
—Leche, todo ha ocurrido tan rápido…

» Lo que urge es evitar que llegue a la opinión pública el que Remigio trabaja para mí. […] Es un tipo cumplidor y obediente pero cuando se le cruzan los cables…

López había citado a Basáñez a las seis de la tarde. Ya conocían de buena fuente, con pelos y señales, lo que había ocurrido en el Instituto Orejuela. Aquel incidente afectaba de alguna manera al Rayo de Mospintoles.

—Recapitulemos, Basáñez. Un tipo llamado Remigio Lendínez ha entrado esta mañana en el Instituto dispuesto a llevarse por delante a la tutora y al profesor de educación física de su hijo, el cual ingresaba ayer en el hospital con lesiones aún en estudio. El chaval pertenece a los juveniles del Rayo y me dicen que puede llegar a ser otro Piquito. En cuanto al padre, trabaja como guarda de seguridad en nuestra empresa de transportes, además de ser el presidente de la peña “Aúpa-Rayo”, de reciente creación. Este asunto lo tenía precisamente en cartera porque el tipo, sin pedir opinión ni permiso a nadie del club, se inventó esa peña hace algo más de un mes. Ahora mismo son cuatro gatos pero en cualquier momento pueden crecer como la espuma. No podemos permitir que haya un grupo de gente que vaya por libre usando las siglas de nuestra Sociedad Deportiva. Y todavía menos sin van de ultras por la vida.
—López, la cosa es muy simple. Ni nosotros ni el Rayo puede sentirse aludido por estas cuestiones tan colaterales… En cualquier caso, ayudamos a la recuperación del chaval llevándolo a los mejores médicos y cuando eso se haya producido se despide al padre por mala conducta. ¡Asunto concluido!
—Sí, en todo eso había pensado pero lo que urge es evitar que llegue a la opinión pública el que Remigio trabaja para mí. Ahí, justamente ahí, es donde está el problema. Es un tipo cumplidor y obediente pero cuando se le cruzan los cables…
—¡Y qué más da, López! Hasta en las mejores familias hay gente ruin y despreciable…
—Es que… Basáñez… el tal Remigio me ha hecho algunos favores en tiempos pasados y… no va a ser tan fácil deshacerse de él. Digamos que… sabe cosas que no debería ir contando por esos mundos, en plan despechado.
—¡Pues, amigo, haber empezado por ahí! Dejémosle tranquilo hasta que el hijo se recupere o hasta ver en qué queda judicialmente su execrable acto de hoy. Tenemos tiempo para pensar lo más conveniente. Mientras tanto hay que utilizar los medios que disponemos: La Tribuna, el Heraldo, la radio local…
—Sí, eso había pensado mientras te esperaba –contestó López, definitivamente convencido–. Esa periodista, Susana Crespo, sí, es la persona indicada para echarnos una mano.
—Antes de hablar conmigo, ya tenía decidido qué hacer, ¿verdad? –preguntó algo mosqueado Basáñez.
—No hasta que tú no me lo confirmases…

Basáñez frunció el gesto. Bueno, tampoco era para sorprenderse. Así actuaba siempre López. ¿Qué cosas sabría ese Remigio para poner tan a la defensiva y preocuparse al presidente?

* * * * * * * * * * *

—¿Cómo estaba don Faustino?
—Bien, como siempre…
—Que siga así, hay que cuidarlo por la cuenta que te trae…
—¿Ahora va a resultar que estás celoso del viejo profesor? ¡Sería el colmo, Sebas!

La concejala María Reina, próxima candidata a la alcaldía de Mospintoles, había llegado a casa antes de lo previsto. Serían las seis y cuarto de la tarde cuando hizo la entrada triunfal por el vestíbulo de su amplio y acogedor piso. Allí, despatarrado en el sofá, se encontraba su maridín comiendo palomitas de maíz mientras veía un partido en el canal del Barça TV. Sebastián Matute estaba de mal humor. Después de recoger por la mañana a su hijo Sergio en la puerta del Instituto, se había ido a casa pues el chaval estaba muy nervioso. En ese estado sólo iba a estorbar en el taller y ese día había bastante trabajo. Llegada la hora de comer y tras ver que su atareada señora no llegaba, pidió un par de pizzas. Tras el frugal comistrajo, cansado y hastiado, se puso a ver la televisión mientras su hijo se retiraba a su cuarto a matar marcianitos. En ese estado de ánimo, la entrada de María no hizo sino romper aún más las hostilidades. La bronca entre ambos fue la mayor que nunca se había producido hasta ahora en el matrimonio. Al final de la tempestad –que duró diez minutos– hicieron las paces diplomáticamente pidiéndose mutuamente perdón. Ahora, sentados ambos en el sofá del salón, la hoguera amenazaba con encenderse de nuevo.

—No digas tonterías, María. ¿Cómo voy a estar celoso de alguien que te saca veinte años? Alguien que, además, es mi amigo… Lo que me fastidia es que te preocupes más por él que por mí.
—¿A dónde quieres ir a parar? ¿Vamos a empezar otra vez?
—Dejémoslo, María. ¿Te contó algo de lo que pasó?
—Apenas soltó prenda. Ya sabes lo reservado que es. A veces hay que sacarle las cosas con sacacorchos. Recuerda lo que me costó que formase parte de la candidatura. Le propuse ir el tercero de la lista y sólo aceptó ser el decimoquinto –María suspiró profundamente–. Se cree de otro planeta. Y quizás lo es, no te digo que no… Estaba tranquilo… que es lo importante después de lo que ocurrió. Quedó en contármelo todo más despacio cuando vuelva la calma.
—O sea, cuando ya todo el mundo se haya olvidado del asunto. ¡Tiene un morro…!
—Es discreto, cosa nada frecuente en su mundo y en el tuyo. Tampoco en el mío…
—Pues yo he oído por la radio que por poco le clavan una navaja…
—Lo impidió el profesor de gimnasia pero antes de eso fue don Faustino quien le salvó de un navajazo seguro. Él es el gran héroe de tan triste asunto. Habrá que sacarle partido…
—¿Qué quieres decir?
—Ya que ha ocurrido ese hecho tan lamentable de la agresión en el Instituto y que mi compañero de lista electoral ha mostrado –según cuentan– valentía y arrojo a raudales, ¿por qué no sacar rédito político de este hecho, cuando falta muy poco para las elecciones? Por supuesto que don Faustino se cabreará pero si en la campaña lo hacemos con inteligencia y discreción…
—Jamás podría dedicarme a la puñetera política, María. Yo sería incapaz de llegar a pensar en eso…

» Tú sólo piensas en tu Barça del alma y en tu bragueta, querido.

—Tú sólo piensas en tu Barça del alma y en tu bragueta, querido. Anda, vamos a tomar algo que esta noche sí me pillas con ganas de juerga… Te quiero, Sebas, a pesar de todos los pesares…
—Y yo también, mariquilla.
—¡Así me gusta, familia! –la voz de Sergio les pilló de sorpresa.
—¡Qué susto me has dado, hijo! –atinó a decir María.
—Tras vuestra discusión de hace un rato ya me veía con el corazón partío…
—Pase lo que pase en el futuro, tu madre y yo siempre estaremos contigo –a Sebastián Matute se le atragantaron sus últimas palabras. Por eso quiso quitar hierro al asunto–. A mí lo que me tiene el corazón partío es que tú seas del Real Madrid, niño.
—Ya se acabó la tormenta. ¡Volvemos a la normalidad cotidiana! –dijo María, esbozando una bella y satisfecha sonrisa. Que fuera una sonrisa feliz, eso ya no estaba tan claro.

(Continuará…)