—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Una denuncia y un hat-trick (1)

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completa

López había comprado, en sociedad con Basáñez —su hombre de confianza en el holding López&Asociados—, la imprenta del semanario local La Tribuna de Mospintoles, periódico gratuito que llenaba sus páginas con ecos de sociedad, noticias del ayuntamiento y anuncios por palabras.

Habían adquirido por separado las máquinas y el local donde éstas se alojaban. Basáñez, un lince en materia de especulaciones, había enviado sendos testaferros que no eran otros que empleados de la gestoría que dirigía aparte de su cometido de asesor en el holding. Los propietarios habían pretendido enjaretarles, junto con el local, un apartamento situado justo encima de los talleres que hacía las veces de oficina.

» El empresario jugueteaba en el salón de su lujoso chalé de la urbanización Los Saúcos con su amiguita, la joven y bellísima Teresa […]

Los dueños del semanario, que cerraban angustiados por saldar sus deudas, vendieron a la baja las máquinas —ya amortizadas— como lote residual de los activos de la empresa. En cuanto al inmueble, el supuesto comprador remoloneó a la hora de adquirir el apartamento, siguiendo órdenes de Basáñez, que previamente se había informado del estado financiero de los propietarios.

Éstos, que no acababan de creerse la suerte que estaban teniendo, y desconociendo la naturaleza del próximo negocio que se instalaría en los talleres, calcularon que el apartamento no tendría buena venta por separado, por lo que accedieron a medio regalar aquellos metros cuadrados ubicados en la zona antigua, donde comenzaban a proliferar los negocios nocturnos, deshaciéndose así de todo un pasado que les ataba.

Lo que Basáñez había propuesto a López era reabrir la imprenta y orientarla a trabajos personalizados para las empresas de servicios que se hallaban instaladas en Mospintoles y alrededores: la cartera de contactos de Básañez era todo un activo en manos de este emprendedor clarividente. López, por su parte, pensaba crear un órgano de comunicación del Rayo de Mospintoles y aprovechar la compra para dar salida a diversos trabajos de comunicación del holding.

No les fue difícil conseguir que el Consejo de Gerencia de Industrias López&Asociados contrataran en exclusiva con la nueva imprenta, dada a conocer como La Nueva Tribuna, a efectos de mantener la clientela anterior.

Los antiguos dueños, cuando vieron que su propio negocio se reabría con celeridad y aires renovados, se quedaron con un palmo de narices… Y como había dicho Basáñez, se situaban en la recta de salida de un nuevo sector. No les iba a ser complicado a ambos ejecutivos hacer productiva su idea; el cliente mayoritario de este negocio privado era el grupo de empresas que regían a su antojo.

López cumplió su promesa a Teresa y reempleó al amigo de su joven amante, pero al frente de la dirección de La Nueva Tribuna colocó a Susana Crespo, la joven periodista con ganas de comerse el mundo y por la que López se sintió interesado más allá de lo profesional en su primera entrevista.

Susana era un valor mediático por descubrir y, tímidamente al principio pero pronto con soltura, introdujo cambios que dieron como resultado que el órgano de comunicación de la sociedad anónima en que por imperativo legal se había transformado el club adquiriera gran notoriedad y peso en la comarca, con lo que López la había nombrado directora de comunicación —dircom— del equipo de fútbol profesional.

López estaba encantado teniendo a Susana a tiro de reunión con cualquier pretexto y había empezado a descuidar a Teresa. La waterpolista, que algo se olía —después de todo Mospintoles no es tan grande— supo mantenerse en silencio al lado de López y decidió jugar sus bazas cuando llegara el momento.

Susana compaginaba su trabajo en La Nueva Tribuna con sus colaboraciones en El Heraldo —un diario comarcal integrado en un grupo mediático de empresas de ámbito nacional— y con sus intervenciones en la emisora de radio. Con el transcurso del tiempo y con su buen hacer Susana se estaba labrando un nombre propio en el mundo de la comunicación al sur de Madrid.

Así estaban las cosas cuando aquel fin de semana el empresario jugueteaba en el sofá del salón de su lujoso chalé de la urbanización Los Saúcos con su amiguita, la bella y escultural Teresa, en lo que sin duda era un rito previo al apareamiento, que diría un zoólogo. Teresa le estaba agradeciendo cariñosamente la acción de patrocinio que había conseguido para su club de waterpolo, un deporte carente de interés para la prensa deportiva, cuando vibró el móvil.

López no acostumbraba atender llamadas profesionales en su casa, pero al reconocer el número desde el que le llamaban se puso en pie pidiendo un tanto bruscamente a Teresa que se estuviera quieta:

~Dime Susana…

(Continuará…)