—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Histeria de Expaña (3)

(Lee la entrega anterior)

Don Faustino estaba siendo consciente de que continuaba usando un vocabulario que sus proyectos de bachiller no eran capaces de entender. Las palabras las entendían, y su significado también, pero no las implicaciones de lo que decía. Mejor así, porque los chicos contarían en casa la clase de hoy, y ningún padre tendría información suficiente como para presentar una denuncia. Pero… ¿por qué meterse en estos fangales? Por alguna razón que don Faustino se negaba a comprender, no podía parar, e iba a llevar su supuesto derecho a cátedra hasta las últimas consecuencias… Supuesto porque un profesor de secundaria debía ceñirse al temario y al currículo sin implicar matices políticos ni de ninguna otra índole ideológica en sus clases.

» Ahora España no sólo quedaba más alejada de Europa, sino que quedaba aislada de Europa.

—Se llegó a un punto en el que, quizá para desviar la atención, algunas autonomías pidieron la independencia de España. Estas peticiones cayeron en un caldo de cultivo propicio porque los ciudadanos estaban hasta las narices de sus gobernantes, de sus instituciones, del rey y de los jueces, del sistema que cobijaba a banqueros, grandes inversores, grandes mafias y pequeñas mafias, constructores, hosteleros y otros gremios que se creían con derecho a pedir fondos públicos para que sus iniciativas industriales crecieran. La destrucción del tejido social que cohesionaba a la nación no fue patente hasta que fue tarde. A esto ayudó una increíble e insostenible inmigración de gentes que llegaron a España huyendo de la miseria de sus propios países, y se asentaron sin disponer del exigible contrato de trabajo para permanecer en un país extranjero. El feble, ignorante e indolente gobierno español permitió la nacionalización indiscriminada de personas que se adaptaron a vivir de las ayudas sociales, y una estúpida moralina seudosolidaria y seudointegradora impuesta por feminatas profesionales y muchachitos de dudosa hombría impedía a nuestros gobernantes decir basta y diagnosticar que todas esas gentes acabarían por extender su pobreza al resto del país al succionar las subvenciones que en buena lógica correspondían a los necesitados nativos de nuestro país. Los españoles trabajaban pero la riqueza que generaban iba a parar a manos de extranjeros que reenviaban el dinero a sus países de origen. La poca o mucha riqueza que España pudiera generar fue fagocitada por toda esta pirámide de vagos y maleantes, desde la casa real hasta el último moro, sudamericano y rumano venidos a nuestro país a vivir de las arcas del Estado.

Don Faustino hizo una pausa para reorientar su discurso.
—España comenzó a desintegrarse cuando Cataluña consiguió su independencia por referéndum popular. La ola de independentismo fue imparable, y la indolencia del resto de comunidades fue tan permisiva que casi de la noche a la mañana se promulgó el nuevo estado catalán. Se esperaba a continuación la independencia del País Vasco, y la obtuvo sólo al cabo de un par de meses. Lo que nadie esperaba es que mientras tanto Aragón pidiera formar parte del nuevo estado catalán. Entre Zaragoza y Barcelona siempre hubo, histórica, social y económicamente, vínculos sólidos. Así que a la par de la promulgación del nuevo estado vasco, Cataluña se anexionaba pacíficamente, también por referéndum popular, a Aragón. Aún no se había adaptado la nación al nuevo estatus cuando Navarra solicitó formalmente entrar a formar parte del nuevo estado vasco por idénticas razones que movieron a los aragoneses. Y mientras los dirigentes españoles continuaban echándose mutuamente la culpa unos a otros en el Congreso, vascos y catalanes firmaron un tratado para conformar un nuevo país, un nuevo y único estado. España había perdido de un plumazo su frontera con Francia, y si esperaba recuperarla por algún lado, la solidez del pacto vasco-catalán daba al traste con cualquier pretensión de reintegración. Ahora España no sólo quedaba más alejada de Europa, sino que quedaba aislada de Europa. Vascos y catalanes se aseguraban así que el nuevo estado tuviera todas las cartas de presentación necesarias para formar parte de la Unión Europea respaldados por el importante aval español a cambio de concesiones de tránsito, integración que no se hará esperar a la vista de los nuevos acontecimientos que se sucedieron a ritmo de vértigo.

[Continuará…]