—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Las pancartas (y 3)

(Lee la entrega anterior)

La que levantó la mano en plan estatua de la libertad neoyorquina fue Natalia, la chica más ingeniosa y guapetona de la clase.
—Digo yo, querido profe, que podríamos hacer una pancarta parecida a la que ha realizado 1º B a cuenta del  éxito del Rayo pero homenajeando a don Eugenio. No sé, una frase cariñosa nuestra y una frase ingeniosa suya…

» La delegada de la clase, Martita, una niña superdotada venida a menos por culpa del pésimo sistema educativo…

Dicho y hecho. La tutoría de don Faustino empezó una puesta en común buscando las dos frases de rigor. La primera fue sencilla de encontrar usando los tópicos habituales pero en la segunda se emplearon veinte minutos pues nadie se acordaba ya de lo que había leído en los libros de Romerales. Por fin alguien se acordó de algo y hubo acuerdo. La delegada de la clase, Martita, una niña superdotada venida a menos por culpa del pésimo sistema educativo, fue a la Sala de Recursos en busca de pintura, pinceles y una sábana vieja. Mientras que regresaba con los artilugios, don Faustino y su troupe escolar estuvieron inventándose frases en la pizarra con las palabras “libro” y “pelota”. La preferida por todos fue la siguiente: “No seas carota: lee un libro y juega a la pelota”. Y se quedaron tan anchos…

En menos que canta una gallina, o sea, en nada, la clase de 1º de ESO A también tuvo aquel día su correspondiente pancarta. Salieron al patio sin hacer ruido y justo al lado de la de 1º B colocaron la suya, donde podía leerse: “Que seas feliz en el cielo”. Y debajo: “El hombre es el único animal capaz de jugar al fútbol. Fdo: Eugenio Romerales”.

Cuando la pancarta ya se podía leer desde la acera, cuenta don Faustino que cuatro o cinco señores que pasaban por allí se pararon a mirar aquellas letras en rojo.
—Eugenio Romerales… Oye, ¿quién es ese capullo?
—No sé, chico, será algún piloto famoso…
—Pues a mí me suena que es alguien importante de nuestra ciudad…
—¡Anda ya, enterao! ¡Aquí el único famoso súper conocido es Piquito! ¡Nos ha llevado en volandas a la Segunda División y el año que viene nos subirá a Primera!

«…Señor, señor, después de todo –se dijo para sus adentros don Faustino, cuando regresaba al aula con sus alumnos–, el día no está saliendo tan mal como presentía».