—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Piquito va al cole (y 3)

(Lee la entrega anterior)

To’s los deportes son muy simples, don Faustino.
—Más que el fútbol dudo que haya ninguno. Pero lo que quiero que comprendas es que, si quieres ser una figura en ese deporte, tanto dentro como fuera del campo tendrás que actuar con suma inteligencia, incluso haciéndote pasar por tonto aunque seas muy listo. Yo creo que es lo que hacen muchos futbolistas…
—¡Qué mal me lo pinta, don Faustino!

» —Vamos allá, don Faustino, que es usted capaz de levantar el ánimo a un muerto…

—Tienes que ser tú mismo pero bien acorazado para que no te busquen las cosquillas fácilmente. Ser por fuera tan amorfo como la masa que te vitorea o insulta, pero por dentro poseer la inteligencia suficiente para superar los buenos y malos momentos, sacando de ellos las lecciones pertinentes. Porque no sólo se aprende de las derrotas, amigo. También, y mucho, de las victorias.
—¡Tie’ usté razón…!
—¡Joder, parezco el abuelo Cebolleta contándole a su nieto mil batallitas que no le interesan!
—No, por favor, siga así, yo… creo saber lo que me dice…
—No eres torpe, Piquito. Tienes algo que muchos no poseemos: una inteligencia natural capaz de llevarte a logros importantes sin tener que emplear grandes esfuerzos. A poco que la revistas de un envoltorio apropiado, te comerás todas las roscas del mundo. ¿Cuál es tu modelo o ejemplo a seguir?
Pueh, admiro mucho a Messi. Y mi estilo de juego va por ahí…
—Pues ahí tienes el ejemplo a seguir y no seguir. En el campo, como él. Fuera del campo parece un chico tranquilo, que no arma escándalos, amante de la familia, que se dedica a su profesión en cuerpo y alma. Sus compañeros le respetan y quieren. Pero tengo la impresión de que no ha leído un libro en su vida, de que es aburridísimo. Basta oírle cuando habla… Claro que nadie es perfecto…
—Joé, pueh yo daría mi alma al diablo por ser como él…
—Deja al diablo tranquilo, Piquito, que ya tiene bastante trabajo en los tiempos que corren. ¿Echamos media horilla de un tirón a ver si eres capaz de aguantarla?
—Vamos allá, don Faustino, que’s usté capaz de levantar el ánimo a un muerto…
—Yo diría más bien que soy capaz de enterrarlo dos veces seguidas, pero en fin, tú que me miras con buenos ojos…

El maestro y el discípulo prosiguieron entonces con la clase de lengua. Piquito volvió a sudar la gota gorda peleándose con las nociones más elementales de la gramática, la comprensión lectora y la expresión oral, pero todo lo daba por bien empleado si tras tan descomunal esfuerzo, que duraría varios meses, conseguía hacerse también un hombre de provecho fuera del campo de fútbol. ¿Estaba empezando a nacer una estrella?