—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Radio Pelota (2)

(Lee la entrega anterior)

» Querida Susana, buenas noches. ¿Qué cosas dice la gente sobre esos rumores de traspaso?

» Buenas noches. Incredulidad. Pasmo. Sorpresa. Variaciones sobre una misma sensación: estupor.

La chica le daba mil vueltas a aquel vejestorio de jefe pero era una recién llegada a la casa y debía mantenerse en segundo plano, aún cuando ella tuviese la exclusiva de algunas noticias, conseguidas casi siempre tras patearse la calle y los despachos. Por eso tenía que aprovechar muy bien los minutos de juego que le daban para sentar cierta cátedra. Ella, una periodista universitaria, frente a aquellos meapilas enchufados y rutinarios.

» Don López está por tierras alemanas en busca de jugadores para el Rayo.

» Sabemos que el pez grande se come siempre al chico pero Piquito es todavía muy joven y aunque tiene una gran proyección, los aficionados piensan que al menos un par de años podría jugar en el Rayo. Es el tiempo mínimo que el equipo necesitaría para asentarse en Segunda División o, quien sabe, subir a Primera…

—Eso no te lo crees ni tú, chiquilla… –don Faustino, saltaba a la vista, era un incrédulo.

» A ver, Nacho –el jefe cedió toda la gloria a su pelota mayor–. ¿Se va Piquito al Atlético o no se va?

» Pues… no sé… fuentes bien informadas… –el tipo no sabía cómo cabecear aquella pelota de gol, por imprevista.

» ¿Qué dice el presidente López?

» Pues creo… que…

—Valiente estúpido…
–«…don Faustino, cierra esa boca que es de mala educación, hombre…».

» En resumidas cuentas –el gran jefe volvió a coger y dominar de nuevo el balón– que el río baja revuelto…

» Si me permitís… esta misma tarde he hablado con López… –terció tímidamente Susana.

» Pero, ¿no está de viaje por Alemania? –el tal Jacinto saltó al quite.

» En efecto –continuó la joven, decidida a no dejarse mojar la oreja ni las bragas por aquellos impresentables canosos– el señor López está por tierras alemanas en busca de jugadores para el Rayo. Esta tarde pude hablar con él, por teléfono, claro –al tiempo que añadía cierto retintín a sus últimas palabras, dirigió una mirada asesina al inútil del Jacinto– y me confirmó que en efecto…

—Tengo que hablar con María a ver si hace algo por esta chica. Es la única que vale un euro en este puto programa… –el Sebas escuchaba atentamente la radio, sentado en el sofá del salón, con un cubata en la mano y un cigarro en la otra. Su hijo Sergio estaba conectado a la televisión mediante el mando de la Play Station.

» Pero –la cortó el Gran Jefe– la pregunta que se hacen todos los aficionados es si Piquito…

—¡Gilipollas! –el cabreo del Sebas iba en aumento al ver que aquellos zoquetes no dejaban terminar la exposición a la chica–. ¡Déjala hablar, hombre!
—Papá, cuidado con las palabrotas que luego te sube el colesterol…

(Continuará…)