—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

El homenaje (2)

(Lee la entrega anterior)

La puesta en escena
Había convocado a su partido en Asamblea para tratar un asunto que atañía a los mospintoleños. El orden del día no decía mucho más. Y es que Segis gustaba también de la teatralización. Aunque éstas no fueran formas de convocar una Asamblea, lo cierto es que a Segis se le permitían en aquel entonces algunas veleidades en su partido.

Una vez reunidos en segunda convocatoria los afiliados del partido mayoritario en Mospintoles (no solían llegar los asistentes al 20% de los convocados) Segis había soltado su perla:
—Este ayuntamiento debe homenajear como se merece a uno de los hijos más insignes de Mospintoles —y nombró al campeón del momento no sin antes alargar innecesariamente su discurso y la puesta en escena.

» Me contaron que los asambleístas llegaron a vitorear…

No hubo ni una sola voz discordante. Alguien propuso ofrecer al ya exprofesional las llaves de la ciudad. Pero Segis concluyó burlonamente que no sabían dónde habían quedado las llaves desde la última vez que un acto de esta índole se había llevado a cabo en Mospintoles.

—Además —recordó María Reina—, ese homenaje se dedica a ilustres visitantes, no a los hijos de la ciudad.

Uno de los aplaudidores oficiales del alcalde, rápido como una centella (sin pensar, quiero decir), dijo entonces que había que nombrarle hijo adoptivo de Mospintoles.

La carcajada fue general. Resultaba obvio que ese título quedaba reservado para aquellos vecinos que habiendo hecho algo encomiable por la ciudad, eran venidos de fuera.

—Sin duda nuestro copartidario Gonzálvez ha sido víctima de un lapsus, y quiso decir que se le nombrara hijo predilecto —dijo María salvando el ridículo en que se había puesto quien era de hecho concejal de cultura.

Pero todo el mundo sabía que Gonzálvez había querido decir lo que había dicho. No gozaba de mucha estima el tal Gonzálvez entre sus correligionarios, más que nada por ser el pelota oficial del alcalde. Tan era así, que había sido nombrado concejal de cultura con un Bachillerato apenas acabado, pues no cursó los estudios del antiguo COU y nadie podía asegurar si había superado el BUP.

Dejando aparte estos detalles sin importancia que se dan en todos los municipios españoles, donde en algunas concejalías de poca relevancia y nada problemáticas se coloca al frente a verdaderos incapaces, a la Asamblea, instigada por Segis, le parecía que este título se quedaba pequeño para un campeón de aquella talla.

No bien se hizo el silencio, agotadas todas las vías, cuando alguien dijo que lo suyo era ponerle el nombre del baloncestista a una calle de Mospintoles. A esta feliz idea se sumó a coro la Asamblea. Pero alguien recordó entonces que en realidad el complejo deportivo Mospintoles-2 carecía de nombre oficial, ostentando nada más que un nombre descriptivo.

Me contaron que los asambleístas llegaron a vitorear… Lo que sí es seguro es que hubo aplausos para el dador de la idea final que no era otro que el propio Segis.

Fue don Faustino, silencioso y expectante durante toda la reunión, quien entre la algarabía levantó la mano y aguardó pacientemente a que le otorgaran la palabra.

(Continuará…)