—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

El examen (1)

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Hoy toca examen de Lengua Española. Se acerca el final de curso y los alumnos deben demostrar por escrito que disponen de las “competencias curriculares” propias del nivel en que se encuentran. Vamos, que saben hacer la “o” con un canuto…

Para tan importante y glorioso momento los alumnos de 1º A se han trasladado al “Aula de exámenes y gestas”, así llamada por don Faustino. Todavía recuerda la más sonada, aunque él no la vivió en persona. Fue cuando el ahora conocidísimo Piquito (la estrella del recién ascendido Rayo de Mospintoles) obtuvo un aprobado en un examen de Matemáticas, hace ya unos añitos. Excepto la educación física, donde siempre obtenía sobresalientes, no se recuerda por el Instituto “Fernando Orejuela” un alumno con trayectoria académica más pobre.

» El viejo profesor escribió en la pizarra: «A aquel árbitro le insultaban mucho pero le importaba un pito».

De inteligencia despierta aunque nulo para los estudios, todo lo que Piquito tenía de incapacidad para aprobar exámenes —excepto la gesta matemática citada— lo tenía de genio con un balón entre los pies. Por ambas cosas fue considerado un ídolo en el Instituto. No obstante, esa vieja historia no era sabida por las nuevas generaciones de estudiantes que sin embargo —al igual que entonces— seguían teniendo a Piquito como un héroe.

—Ya sabéis que para mí —empezó don Faustino— un examen es sólo un medio más de que demostréis a los profes y a los papis que os ganáis la paga que os dan cada semana o mes…
—Pues entonces yo no tengo que hacer el control porque mis padres no me dan ni un euro… —saltó Manuela, tan velozmente que casi se muerde la lengua.
—Te pagarán en especie, chiquilla —le recriminó de inmediato Martita, la prodigio.
—¿Y eso qué es? —preguntaron al unísono los de las últimas filas, repletas de los alumnos menos estudiosos.
—Pues esa es una buena pregunta —terminó zanjando la cuestión don Faustino—. Tan buena que es la número cinco de las diez que os tengo preparadas. Martita ya os ha dado una pista sin querer. Tenéis treinta minutos para escribir vuestros preciosos garabatos pero leeros bien las preguntas antes de contestarlas porque en el último control hubo quien a la cuestión de que pusiese un ejemplo de “familia de palabras” respondió citando a su padre, su madre, su abuela y hasta al perrito…

Don Faustino pensaba que empezar un examen con una carcajada general era un medio estupendo de quitarle hierro al asunto. Tras esperar unos segundos a que cesasen las risas (siempre era Toni el último en acabar, pareciera que tenía la mandíbula algo suelta) el viejo profesor mandó repartir los folios de las preguntas al tiempo que escribía en la pizarra la siguiente frase: “A aquel árbitro le insultaban mucho pero le importaba un pito”.
—Para deshacer un posible empate en el examen, que se da cuando acabo de corregirlo y no sé si suspender o aprobar, aquí tenéis esta bella frase. Debéis hacer un simple análisis morfológico de cada una de sus palabras. ¿Entendido?
—¿Morfoqué? —preguntó Sergio Matute.
—Morfoqué, no, morfológico. Análisis morfológico, Matute. Ya sé que la cosa es más aburrida y difícil que preguntarte por los títulos ligueros que ha conseguido el Real Madrid en toda su historia pero es que el Ministerio de Educación no me permite hacer este tipo de preguntas.

Don Faustino llevaba lidiando con el tal Sergio durante todo el curso y no había conseguido de él nada más que la alineación completa del equipo merengue cuando ganó la última Champions.

(Continuará…)