—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Los que se van (y 4)

(Lee la entrega anterior)

—Salvo alguna inoportuna filtración, no —aclaró Basáñez.
—Nunca ha habido filtraciones en este Consejo, señor Basáñez —se indignó Pedregal.
—No creo que eso sea exacto, señor Pedregal, y menos después de la introducción a que hoy se ha visto obligado a soportar este Consejo —atacó Basáñez.

» Le haremos debutar en segunda A en el momento más propicio de forma que pueda brillar […]

El grupo ya tenía ganas de marchar, y en esta ocasión nadie quiso demorar ese momento con nuevos rumores y corrillos.
—Señores, la situación no es sencilla de torear —terció López—. El chaval se queda sin contrato a finales del próximo mes, y estando lesionado como está ningún equipo querrá hacerse cargo de él. Por el mismo precio se hacen con los servicios de un jugador de su categoría que esté sano.

López también se notó cansado, y se dio cuenta del bajón que había dado el nivel de su discurso en esta última intervención.
—Me fastidia tener que hacer esto pero creo que es la única solución… —y miró en derredor como esperando que alguien llegara antes con la idea apropiada—. Señores, debemos tomar una decisión sobre Morán y no creo que la precipitación deba guiarnos. Si nadie tiene ninguna otra idea les expondré la mía y deliberamos sobre ella en la próxima reunión de este Consejo.

El Consejo permaneció expectante… No tenían claro cuál iba a ser la propuesta de López. No acostumbraba a ser tan benigno en sus decisiones como estaba siendo esta mañana. Pero nadie en el Consejo quería exponerse a decir una inconveniencia.

López pareció leer en la mente de sus consejeros la incertidumbre que les embargaba y por esta vez no quiso jugar con sus sentimientos.
—Señores —dijo finalmente el mayor accionista de L&A—, el miércoles les propondré hacernos cargo de la recuperación del jugador y utilizarle como caja B. Le haremos debutar en segunda A en el momento que nos sea más propicio de forma que pueda brillar, como si de un escaparate se tratase, para renegociar su ficha ofreciéndola a otros clubes en el mercado de invierno. Si recuperamos el dinero invertido en su recuperación más los meses de contrato que seguiremos abonándole, todo lo demás será bienvenido.
—Pero, señor López, con su estancia en el Rayo ocupará una ficha, tapándonos a otro jugador —repuso Basáñez—. Además habremos de incrementarle la nómina en función de la categoría.

López miró sorprendido a su mano derecha en aquel Consejo:
—No me cabe duda alguna de que encontrará usted alguna solución, señor Basáñez.

Un pequeño runrún se dejó oír entre los consejeros, pero querían marchar ya, por lo que se apagó casi instantáneamente. López se disponía a levantar la sesión cuando de pronto volvió a mirar a su factótum.
—¡Ah!, Basáñez; encárguese de que se sepa lo que hacen López y Asociados y el Rayo por estas personas, pero de forma que no aparezcamos como hermanitas de la caridad, sino que asumimos las responsabilidades sociales que hemos contraído. Mantenga su habitual prudencia, Basáñez, y evite que se sepa lo que no ha de saberse.