—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Reunión de la Ejecutiva (1)

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María Reina llegó a la sede de su partido en Mospintoles, un viejo caserón comprado en una subasta con la que tiempo atrás el Estado trató de cobrarse ciertos impagos de unos herederos venidos a menos. Allí se congregaban siete compañeros en torno a una gran mesa ovalada. Era obvio que Segismundo, el alcalde, presidía la reunión.

Las caras serias trocaron en sorpresa. María saludó y preguntó si ya era la hora.
—Aún no –dijo el alcalde–. Falta media hora.
—En ese caso iré a tomar un café.

Nadie la invitó a tomar asiento.

» —Tiene que ser jodido volver a la ventanilla del banco habiendo sido alcalde durante dieciséis años.

Salió del caserón y cruzó la avenida en dirección a la cafetería La Cama, dos calles más arriba. Allí aguardaban otros cinco compañeros consumiendo en el ambigú del establecimiento.

Toni fue el primero que la vio y se levantó para brindarle su silla.
—¿Cómo está la cosa?
—Están todos allí… Se han llevado una sorpresa al verme.
—Cualquiera de nosotros podíamos haber asomado por allí. No debiste hacerlo tú.
—Es mejor así. Ahora ya saben que yo sé que habían quedado antes de la reunión de la Ejecutiva.
—Te gusta el enfrentamiento, María –terció Velasco.
—No exactamente –respondió María–. Pero creo que es mejor así. Ahora ya no especulan.
—¿Cómo piensas abordar la reunión? –volvió a intervenir Toni.
—Creo que están nerviosos. Las fuerzas están igualadas.
—Ellos son siete. Tienen un voto más –calculó Toni.
—Olvidas que no va a haber nada que votar. Sencillamente querrán darme un tirón de orejas.
—Segis está preocupado por el ascenso de tu popularidad en la ciudad
–informó Velasco–. Quiere continuar la próxima legislatura. Se jubila en 2015 y pretende hacerlo como alcalde.
—Eso lo sabemos todos
–dijo uno de los allí reunidos.
—En realidad no lo sabíamos, lo barruntábamos. Ahora sí lo sabemos. Se le ha escapado a Ramírez esta mañana.
—Tiene que ser jodido volver a la ventanilla del banco habiendo sido alcalde durante dieciséis años –aclaró Toni.
—Pero el partido necesita renovarse –arguyó María–. Y lo tiene que hacer de cara a la siguiente legislatura. Presentando a Segis para los próximos cuatro años podríamos perder el apoyo del pueblo. En las pasadas elecciones hemos sufrido una sensible baja del voto.
—El partido, ahora mismo, tiene un voto más a favor de Segis –Toni no daba el brazo a torcer.
—El partido no es Segis, somos nosotros… Y las bases… Y la dirección regional del partido –contrarrestó María.
—¿Has hablado ya con alguien? –preguntó Velasco.
—Estoy en ello. De momento no tengo nada nuevo que deciros.
—No me gusta que nos tengas a ciegas –intervino por primera vez Alfonso.
—Estate tranquilo, Alfonso. Cuando tenga algo que deciros serás el primero en saberlo. Créeme… –María no aguantaba al tipo este, pero lo soportaba porque en la actual coyuntura sería darle a Segis los apoyos que necesitaba. Ya se desharía de él si llegaba el momento.
—Vamos para allá –interrumpió, ágil, Toni–. La educación recomienda llegar a las reuniones con al menos cinco minutos de antelación.
—Sí, pero no con sesenta, como han hecho ellos… –apostilló Velasco.

Todos rieron la ocurrencia.

* * * * * * * * * * *

De vuelta a La Cama el grupo estaba más animado. Incluso el recalcitrante y contumaz Alfonso parecía satisfecho. Tomaron asiento en el mismo lugar. Toni alabó a María, que es lo que mejor se le daba.

(Continuará…)