—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

¡Vaya día! (1)

versión
completa

La mañana había amanecido gris y lluviosa, algo inusual en pleno mes de agosto. Por si fuera poco, había tormenta. En estas condiciones, a los que aún no disfrutaban de vacaciones y debían estar pegados al puesto de trabajo, se les hacía muy cuesta arriba las adversas condiciones climatológicas.
—Al menos se refresca el ambiente, tú.
—Déjate de coñas. Lo único capaz de refrescarlo, a ti, a mí y a todo quisque, son unas buenas vacaciones. Sobre todo cuando la mayoría del personal las está disfrutando. A ver si Matute tiene un detalle y se estira un poco el tío…
—Ni lo pienses ni lo esperes. Yo llevo más años que tú en este invento y sólo nos alegra con quince días cuando a él le conviene. A veces, ni eso…Y si no estás de acuerdo, ya sabes, puerta y adiós muy buenas…
—Baja la voz, tío, que acaba de asomar la patita… y me parece que viene como el tiempo, tormentoso…

» Todo se lo toma con buen humor, señor Matute.
» Menos que pierda el Barça, ¿eh?

Matute traía una cara que despedía huéspedes. Sus mecánicos, Juanmi, alias “El Chispas” y el Alejandro, no se equivocaban. Antes de que pudieran escabullirse de nuevo al tajo, ya les había echado la vista encima…
—Buenos días, por decir algo. ¿Qué, de parranda?
—Buenos días, señor Matute. Esperando a algún cliente porque hoy sólo han venido cuatro gatos.
—Debe ser por el día de perros que hace —apostilló el Chispas.
—Si no es por la flota de coches del Ayuntamiento, a los que nos debemos todos los días del año, iba a estar trabajando su putísima madre… Y, encima, se pone a llover a cántaros…
—Señor Matute —dándose cuenta de que trae un dedo vendado—, ¿qué le ha pasado?
—Esta dichosa mañana. Para una vez que se me ocurre desayunar en casa… Cuando estaba cortando un poco de jamón hubo un trueno tan fuerte que perdí la concentración y me rebané parte del dedo. Bueno, nada sin importancia pero estuve sangrando media hora.
—¿Habrá ido al Hospital, no?
—Qué va… ¿Creéis que yo soy tan debilucho como vosotros, que en cuanto veis un poco de sangre os cagáis las patas abajo? Peor fue lo del Sergio…
—¿Le ha pasado algo a su hijo?
—Cinco puntos de sutura en un dedo…
—¿También cortando jamón?
—¡Qué dices, hombre! Al oír que me cagaba en todos los santos por culpa del cuchillo jamonero, acudió todo alocado a la cocina, puso la mano en el quicio de la puerta y una ráfaga de aire la cerró con tal fuerza que le machacó medio dedo índice. ¡Lo tenía colocado donde no tenía que colocarlo! Ya os imagináis, yo sangrando como un toro bravo y el chaval aullando como un lobo en celo.
—Pues vaya mala pata…
—Más que mala pata, mala mano.
—Todo se lo toma con buen humor, señor Matute… Hasta las adversidades…
—Menos que pierda el Barça, ¡eh? Menos que pierda el Barça. Entonces me dura el cabreo toda la semana.
—No, si ya lo sabemos bien, aunque tocaremos madera porque de un tiempo a esta parte todo son triunfos. La temporada pasada ha sido fabulosa…
—No me hagas la pelota, Alejandro, que tú eres del Madrid…
—Sí, pero usted es mi jefe…
—Bueno, el caso es que hemos empezado mal el día pero quizás lo acabemos de maravilla.
—Y la señora, ¿qué tal ha pasado los dos sustos?
—No está en casa. Anda de viaje por el extranjero viendo cómo funciona el tráfico en Berlín. Con el alcalde y varios concejales… Así que cogí al chavea y me lo llevé al centro de salud más cercano. Bah, cinco puntos de nada. Un aprobado. A ver si ahora, aprovechando que no podrá coger los mandos de la Play, le da por estudiar un poco que septiembre está a la vuelta de la esquina y éste no va a pasar de curso ni aunque le aprueben todas las asignaturas.
—Bueno, señor Matute. Tampoco pasa nada. Siempre podrá dedicarse al taller. Es un buen negocio…
—Eso quisiera yo, que fuera un buen negocio… Como hoy, ¿no? Que no aparecen por aquí ni las águilas… Anda, iros para el taller y que Celestino os dé algún trabajo mientras tanto…
—Hasta luego, jefe…

(Continuará…)