—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Blanco y oro, negro y plata (2)

(Lee la entrega anterior)

Mari Pili era así de bruta. Susana y ella vivían en el mismo barrio desde siempre. La periodista era tres o cuatro años mayor, pero habían hecho migas cuando el hermano mayor de Mari Pili se interesó por la morenita. Según Susana, Mari Pili fue lo mejor que le quedó de aquella relación, y ahora la dircom del Rayo tenía una informante voluntariosa en el mismísimo ayuntamiento y en inmejorable ubicación.

» Los intempestivos celos de López no pasaron desapercibidos para María Reina, que aún estaba en las escaleras contemplando la escena dos peldaños por encima del grupo […]

Tras la llamada, Susana quedó haciéndose cuentas… Si López fuera a vender el Rayo a un grupo inversor árabe y quisiera mantenerlo en secreto, no podría publicar la noticia. En un asunto como éste debía aguardar a que López se dignara informarla. Entonces recordó aquella ocasión en que Evaristo la había exprimido para obtener una noticia que no tendría cabida en Radio Mospintoles (1) por ser la emisora mayoritariamente propiedad de López. Decidió que tal vez pudiera hacerse con esta primicia y venderla a algún diario deportivo de tirada nacional. Con ello empezaría a hacerse hueco en el panorama mediático madrileño. Pasarse la vida en Mospintoles y estar siempre supeditada a López no entraba en sus planes. Y además, López la había utilizado, manipulado, vendido y mentido en varias ocasiones.

Para cuando los visitantes se decidieron a abandonar el consistorio, al cabo de una hora, la ambiciosa periodista llevaba un buen rato rondando por las oficinas generales.

Cuando bajaban por las escaleras –todos no hubieran cabido en el funcional ascensor del edificio– Susana se hizo la encontradiza. María Reina les acompañaba y cerraba la marcha. López no se mostró sorprendido:
—Veo que mi joven directora de comunicación sigue estando puntual y bien informada…
—Usted me paga por buscar la noticia, señor López –dijo Susana con un brillo malicioso en los ojos, que enfocaban a los árabes.

La alcaldesa no pudo reprimir un mohín al ver a la periodista, y se le agrió el ánimo, pero decidió observar la escena, mientras López, torpe en esta ocasión, se sintió obligado a hacer las presentaciones con un inglés funcional.
—Mr. Ayman al-Daraqu, Miss Susana Crespo, Rayo’s communications director.

A partir de este punto la conversación se sucedió en inglés, para desesperación de Mari Pili, que aunque trataba de poner la oreja no consiguió entender mucho de lo que allí se decía.

La corresponsal no se acobardó y se dispuso a sacar partido de la presentación. El árabe tenía los ojos fijos en los suyos, y parecía fulminado por el rayo.
—Señorita, estoy encantado de haberla conocido. Sin duda será usted lo más grato que mis ojos recuerden de esta primera visita a España –y míster Ayman, un joven árabe enviado en representación de su familia para cerrar el acuerdo que le había traído a Madrid, había cogido la mano que Susana le tendió y se la había llevado a los labios con elegancia.
—No dudo, míster Ayman, de que se llevará usted de nuestra ciudad un bonito recuerdo –dijo Susana no sin picardía. El coqueteo no pasó desapercibido para López, que se amoscó, y a pesar de no haber entendido el doble juego de las palabras sí había captado las miradas entre ambos jóvenes.
—Nuestra dircom ya se iba, míster Ayman. Sin duda tiene labores más importantes que hacer esta mañana que entretenernos de camino a nuestra próxima cita.

Los intempestivos y mal disimulados celos que delataron a López no pasaron desapercibidos para María Reina, que aún estaba en las escaleras contemplando la escena dos peldaños por encima del grupo, y enseguida tomó conciencia de la situación: «…Así que Susana juega con López al tiempo que juega con mi marido, y López, que juega con Susana, a la vez quiere jugar conmigo. Y ahora Al-Daraqu empieza a jugar con Susana y López se mosquea… Interesante situación de la que habré de sacar partido…». Mientras tanto Susana había respondido a la insinuación de López.
—Mr. López, sabe usted que mi trabajo está allí donde se encuentren los intereses del Rayo –lo que dio idea a López de lo que pretendía Susana.
—Pero es que en este momento, aquí no hay nada que incumba al Rayo, my dear.

[Continuará…]


NOTAS:

  1.  — Evaristo sabía mover los confidenciales.