—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Consejo de Dirección (2)

(Lee la entrega anterior)

Las reuniones del Consejo de Administración seguían unas normas. Los convocados disponen de sesenta minutos para su reunión. Transcurrido ese tiempo, de no haberse tomado una decisión, los razonamientos de la discusión se vuelven circulares y no llevan a ningún sitio.

Sólo es posible permanecer reunidos durante treinta minutos más si todos los asistentes votan afirmativamente, lo cual no suele darse pues los directivos tienen su agenda ajustada para el final previsto de la reunión. Era una forma de rentabilizar el tiempo de cada miembro de la directiva. En ningún caso permanecen reunidos más allá de los noventa minutos.

» —Me gustaría que no olvidáramos que no lo ha hecho en segunda división. Ha demostrado calidad en un grupo de segunda B bastante flojito […]

El orden del día giraba en torno a las contrataciones del Rayo de Mospintoles, y en estos momentos se discutía sobre la llegada de una nueva incorporación que no tenían prevista.
—El chaval de Santander estaría dispuesto a venir a Madrid, pero su padre no está por la labor. Y parece que el crío no se mueve sin que su padre lo autorice.
—¿Realmente necesitamos ese fichaje? —preguntó López dirigiéndose al Director Técnico del Rayo.
—Con él nuestro juego ganaría algo que no tenemos. El chaval es corpulento, tiene una gran envergadura: es muy alto y nada torpe. Estamos haciendo un buen plantel, pero nuestra media de altura no es la mejor. Será un media punta muy difícil de marcar por alto.
—¿Pero no será muy joven para venir a vivir a Madrid? Sólo son dieciocho añitos —insistió López.
—Nuestro informador nos dice que es una persona madura para esa edad. No parece que vayamos a tener problemas por ese lado. Es un joven disciplinado, cumplidor, le gusta entrenar, y lo más importante, ha anotado muchos tantos de cabeza esta última temporada.
—Me gustaría que no olvidáramos que no lo ha hecho en segunda división —terció uno de los reunidos—. Ha demostrado calidad en un grupo de segunda B bastante flojito. De ese grupo ninguno es rival en la fase de ascenso.
—A mí la apuesta me gusta —zanjó López—. Lo que dice Pedregal es cierto, pero hay que tener en cuenta su juventud. Tiene campo para aprender. Es lo que llaman en Sudamérica “un prospecto”. Alguien con proyección. ¿Qué opina el míster de este fichaje?
—No le hemos dicho nada. Ni siquiera sabemos si va a ser el míster esta próxima temporada —recordó Basáñez.
—Tenemos que abordar ese tema ya. ¿Tenemos un hueco mañana para reunirnos exclusivamente para este asunto?
—Se va usted a Alemania… —Basáñez consultaba su agenda electrónica–. Si adelantamos la reunión para las ocho treinta nos daría tiempo.
—¿Todos de acuerdo? —preguntó López.

Un rumor de asentimiento corrió por la herradura que conformaba la mesa. López volvió a tomar la palabra.
—Bien, resumiendo, el chico de Santander aportará calidad al equipo, tiene buena proyección y capacidad de aprendizaje. Sin embargo su padre se muestra reticente.
—Eso es…
—Para la reunión del lunes que viene quiero un informe sobre las costumbres del padre. Póngale un detective privado si es necesario. A ver qué podemos saber de él para cuando vuelva de Alemania. En una semana tendríamos que conocer algo de las debilidades del padre para poder explotarlas en nuestro beneficio.

La reunión tocaba a su fin. Algunos consejeros empezaban a tener las piernas entumecidas. Ninguno acostumbraba a permanecer de pie tanto tiempo. Ahora que se incrementarían las reuniones del Consejo de Administración del Rayo no les quedaría más remedio que irse acostumbrado a lo que López llamaba el “sistema japonés” de reuniones.

(Continuará…)