—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Susana quiere saber (2)

(Lee la entrega anterior)

Don Faustino ya se había encaminado a una mesa situada al final del bar. Tenía la intuición que aquel encuentro con Susana Crespo no había sido nada casual. Quizás estaba demasiado presionada en su primer trabajo y quería pedirle consejo. Siempre había sido una chica muy decidida. Vio que Susana se acercaba ya a la mesa, cerveza y plato de aceitunas en bandolera, y esperó acontecimientos.
—Verá, don Faustino. Conoce a Piquito, ¿verdad?
—Tengo la suerte de haber dado clase a algunos de los jóvenes que empiezan a partir el bacalao en esta ciudad. Como tú, o como ese chico, incapaz de aprenderse la lista de los pronombres demostrativos pero un genio pegándole zambombazos a un balón.

» Quieres ser la primera periodista en saber todo acerca de Piquito. No es mala inversión profesional acercarse a un futuro genio nacional de la pelotita.

—Sabe que hoy en día lo primero no sirve de nada y lo segundo te puede hacer millonario, famoso y hasta héroe…
—Sí. Lo malo es que a los Aquiles modernos no sólo les ponen una pelota en los pies sino un micrófono en la boca y entonces el contraste es tan fuerte…
—Pues de eso quería hablar con usted. Ni en los momentos de mayor fantasía pensé que un día llegaría a ser periodista deportivo.
—Soy muy crítico con el papel del deporte en el mundo actual. No hablo de la práctica del ejercicio físico por parte del personal de a pie si no del tinglado montado en torno a los profesionales que entretienen a ese mismo personal.
—Le entiendo pero no hay alternativa. Más volvamos a Piquito. Quizás el hecho de que haya estudiado en el mismo Instituto que yo me lleve a tener un gran interés y simpatía por él. Ya no es una promesa, forjada en las categorías inferiores del Rayo. Hay rumores de que le ha echado el ojo un equipo grande de Madrid y el chico tiene un gran porvenir. Quiero seguirle de cerca, ahondar en su historia, en su personalidad…
—Quieres ser la primera periodista en saber todo acerca de Piquito. No es mala inversión profesional acercarse a un futuro genio nacional de la pelotita.
—Verá… Hay una especie de coraza protectora en torno al chico… Cuesta mucho trabajo entrar en su mundo, familiar o profesional. Quizás soy demasiado pretenciosa queriendo llegar tan rápido a descubrir al personaje por dentro y por fuera, yo, que soy una recién llegada a esto del periodismo, pero es un filón que está ahí, al alcance de mis dedos y voy a procurar no desaprovecharlo.
—Ambiciosa, ¿eh?
—En el periodismo hay que serlo o eres hombre muerto. No digamos si llevas pantalones de mujer.

Al viejo profesor se le encendió la lucecita. Susana había estado al quite ese día para buscar la oportunidad de hablar con él sobre Piquito: su etapa escolar, sus costumbres, su personalidad como adolescente… Asuntos privados que, amparándose en una amistad de ex alumna, quería obtener para ir haciendo carrera y méritos profesionales. Sólo había un problema: lo que él podía contar podría emborronar la creciente fama del chaval. Unos estudios secundarios no acabados; una escasa inteligencia; un control emocional bastante deficiente y, por si fuera poco, durante un par de años tonteó con el alcohol. Sólo su genialidad con una pelota a los pies le había salvado de un futuro bastante incierto. Era uno de los milagros que el deporte ofrecía de vez en cuando.

(Continuará…)