—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

El que con niños se acuesta… (2)

(Lee la entrega anterior)

El propietario de Industrias López, atento a todo cuanto ocurría en cualquier plano del organigrama deportivo –de hecho ha empezado a descuidar asuntos importantes en otras empresas del holding porque se sabe respaldado por Basáñez, en quien tiene plena confianza–, había soñado en un futuro Rayo con Piquito y Miguelito como buques insignia. Dos perlas de la cantera separadas por ocho años… Así que necesitaba más líderes.

» —¿Nos costará más dinero? –quiso saber López.
—No tiene por qué… Ya hemos dejado claro que anunciamos tus empresas en la cadena a cambio de una buena información deportiva.

Sabido es que de la cantidad sale la calidad, de la calidad surge la elite, y la elite llama a la cantidad, cerrando así el polígono sobre el que se asienta el crecimiento deportivo, y por esto se propuso lanzar la imagen de Miguelito como próxima figura del Rayo, teniendo planificado su futuro hasta que cumpliera la mayoría de edad, cuidando todos los detalles de su educación siempre bajo la supervisión de sus progenitores. López pretendía atraerse la atención de otros jóvenes valores al sur de la ciudad de Madrid, o de sus respectivos padres para ser más exactos, y no tuvo mejor idea que convocar a TeleMadrid a través de Susana Crespo, la dircom del Rayo, y en la que estaba personalmente interesado, cuestiones profesionales aparte. López estaba dispuesto a invertir dinero en la creación de un Lezama o una Masía madrileña.

Por eso aquella tarde los campos de entrenamiento estaban más concurridos que de costumbre. A la buena marcha del equipo infantil se sumaba el hecho de que Miguelito, alevín que destacaba con luz propia entre muchachos que le aventajaban en dos años, iba a ser entrevistado por la televisión autonómica.

* * * * * * * * * * *

López quedó sorprendido cuando vio en la cámara el logo de la televisión local que operaba en la comarca, y llamó aparte a Susana, un tanto disgustado.
—Creí haber dejado claro que el reportaje debía contar con la cobertura de TeleMadrid.
—Tranquilo, jefe –era la manera en que Susana se mostraba mordaz con quien era algo más que su jefe–, es un acuerdo entre cadenas. En vez de desplazar una unidad móvil, TeleMadrid sólo envía a la entrevistadora, y la grabación y edición son confiadas al canal local.
—¿Pero lo harán bien? ¿Serán profesionales?
—Eso opinan en TeleMadrid, no crees, López –Susana bajó la voz al tutear a López–. De lo contrario no confiarían en ellos.

López captó el sarcasmo y Susana captó su malestar por el sarcasmo, por lo que tranquilizó al empresario, que al fin y a la postre era quien ponía la pasta para la entrevista:
—Confía en ellos, en los acuerdos entre cadenas a veces llegan a cederse personal. La entrevista la realiza personal de TeleMadrid. A ella la reconoces, ¿verdad? –preguntó Susana señalando con la barbilla hacia una mujer que caminaba hacia el lugar donde se había emplazado la cámara.

Mientras los técnicos montaban el dispositivo de grabación y el nutrido público asistente ocupaba la pequeña grada de escalones y los chavales se ejercitaban en los campos de fútbol del complejo deportivo Mospintoles-2, la entrevistadora preguntó por Miguelito.
—Es aquel chaval de melenita suelta, el que ahora tiene el balón –informó Susana.
—Se ve que tiene calidad –dijo la presentadora–, no hay más que verle tocar el balón.
—Quería alertarte sobre algo, si estimas mi aportación –intimó Susana haciendo un aparte con la entrevistadora.
—Tú dirás –dijo algo distante la de la capital mientras el cámara filmaba las evoluciones de Miguelito sobre el césped.
—Supongo que tendrás un guión para la entrevista.

La conductora del reportaje enarcó una ceja por toda contestación, así que Susana prosiguió:
—No esperes a un chico normal. Es muy ágil mentalmente y apostaría a que te rompe el esquema más de una vez.
—Tranquila maja. No es más que un mocoso de doce años. Sé cómo tratarlo. Tengo dos hijos de esa edad.

Susana sonrió y fue junto a López:
—He tratado de advertirla sobre las respuestas de Miguelito… Supongo que todo saldrá bien. En el peor de los casos cortamos la grabación y la retomamos en el punto más adecuado a nuestros intereses. Trataré de que me dejen supervisar la edición, pero no estaría de más que lo pidieras expresamente.
—¿Nos costará más dinero? –quiso saber López.
—No tiene por qué… Ya hemos dejado claro que anunciamos tus empresas en la cadena a cambio de una buena información deportiva. Sólo pides que la posproducción sea supervisada por tu directora de comunicación… pero di tu personal técnico, para no levantar reticencias.

Miguelito estaba haciendo de las suyas en el campo, y el cámara tomaba buena cuenta de ello. A una señal de López el entrenador envió a Miguelito hacia aquel lugar, con la grada y el gentío detrás. Piquito también tenía directrices de llegarse hasta las cámaras con Miguelito, y ambos venían hablando de algún punto táctico que Piquito le explicaba al niño con gestos cortos de las manos. Todo estaba siendo captado por el teleobjetivo.

Miguelito, un chico de melenita morena y suelta que le llegaba por los hombros, grandes ojos negros, tez tostada por el sol y con una afable sonrisa natural, se colocó donde le dijeron y comenzó la entrevista.

(Continuará…)