—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Desventuras en la alcoba (epílogo)

(Lee la entrega anterior)

Qué tonta había sido… ¿Por qué su mente se había paralizado aquella noche? ¿Por qué no pudo pensar en la dirección adecuada? Susana comprendió qué es lo que había estado bullendo en el fondo de su mente cuando vio por la tele las instantáneas que el maltrecho Pepe Manu había conservado al salvar su cámara del ataque de Pichula. Allí estaban ellos dos saliendo al aparcamiento del Asador Castilla, allí los dos caminando por el barrio, allí juntos aguardando a que les abriera el coleguita de Piquito, luego dijeron que a la joven pareja, él futbolista y ella reportera, se les había podido ver muy encariñados en el coche del delantero del Rayo, pero que no ponían las imágenes por respeto a una compañera de la casa ya que eran muy subidas de tono. Aquello a Susana la daba igual. Como si la hubieran sacado desnuda…

» Estas relaciones intergeneracionales no suelen salir bien, y mucho menos cuando la mujer es la mayor.

Y así estaba ella ahora, desnuda y sin protección. Que todo Mospintoles supiera su aventura con Piquito no le importaba mucho. Lo que de verdad le preocupaba era la reacción que tendrían López y Matute. Adiós al secreto de su pirámide amorosa. Adiós a su intimidad más recóndita. Aquellos dos anormales habían hecho más daño del que jamás pudieran suponer. ¿Cómo se tomarían sus amantes aquella revelación? ¿Podría mantenerlos apartados uno de otro, y a ambos de Piquito? ¿Aceptarían por separado la excusa de que todo era una fábula del programa rosa de la cadena televisiva y que sólo había salido a cenar con el futbolista? Por otro lado, y bien mirado, tampoco había más…

Pero, ¿y si tuviera que elegir?, ¿con cuál de los tres se quedaría? O si pudiera minimizar daños… ¿a cuál de ellos descartaría para quedarse secretamente con los otros dos? Pero sabía que la elección no iba a depender de ella. Ahora estaba expuesta. Bastante éxito supondría que Piquito no averiguara nunca nada de sus otros dos amantes. Quizá, de tener que conservar a uno elegiría al deportista, pero era varios años más joven que ella… unos diez… ¿Resultaría la relación? Estas relaciones intergeneracionales no suelen salir bien, y mucho menos cuando la mujer es la mayor. ¿Y la relación con un hombre casado? ¿Y la relación con un hombre maduro? ¿No estarían también abocadas al fracaso? ¿No era toda su vida personal un fracaso en contraposición a su vida profesional?

Cuando menos debería haber previsto que algún día iba a ocurrir lo que acaba de ocurrir, ¿pero por qué no pudo centrar su mente en ello durante aquella noche? Se le había estado escapando las consecuencias de divulgarse aquella información, quizá por atender al momento… Y sin saber por qué deseó que aquellos dos indeseables sufrieran un accidente y pasaran varios días hospitalizados.