—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Real como la vida misma (3)

(Lee la entrega anterior)

»Ustedes saben que sigo entrenándome, así que para evitar dar una vuelta que podría ser nefasta a fin de coger el camino que me lleve a la finca de Torcual, cruzo por las fincas y salto a la acequia, bajando a su cauce, que apenas lleva agua debido a la sequía que padecemos.

» […] trato de seguir la manguera, lo cual me lleva al otro extremo del huerto sólo para encontrar un cabo de la goma, y sin agua…

»No bien estoy subiendo al camino desde el foso cuando veo que un pequeño todoterreno se acerca por el camino. Como puedo, medio desnudo como iba, les hago señas de que paren, que se ha declarado un fuego y que puede haber una persona en peligro. En principio creí que eran vecinos de una aldea que está un poco más arriba, pero luego, cuando se apearon comprobé que no les conocía de nada. De todas formas me doy cuenta que desde su posición no pueden ver el fuego, pues el camino allí hace una curva ascendente a la izquierda y yo salté la acequia en dirección no al fuego, sino a la entrada de la finca. También me da tiempo a pensar por ellos, en la imagen que deben percibir de mí, despeinado, sin afeitar y semidesnudo (cual robinsón medio loco), diciendo que la suegra de alguien se puede estar torrando.

»En un primer instante ellos prosiguieron su camino, y cuando les veo alejarse no les culpo. Entiendo que hayan pensado que un servidor estaba pirado. Pero luego supe que sólo habían ido a alejar el vehículo de las llamas. Me dirigí a la entrada de la finca y veo que está el candado puesto. Así pues, la viejecita no está… tanto mejor. Y en esas, arañándome las piernas por entre la alambrada, salto a la finca. Obsesionado con la idea de encontrar el agua que Torcual usa para regar sus tomates, trato de seguir la manguera, lo cual me lleva al otro extremo del huerto sólo para encontrar un cabo de la goma, y sin agua…

»Cuando vuelvo hacia la chabola es que veo a aquellos dos curtidos buenos hombres metidos entre la maleza quemada y apagando las llamas del cobertizo de Torcual con unas ramas que habían cortado. Mientras tanto mi mujer estaba llamando a Torcual, pero luego supe que ya lo había hecho uno de los otros dos vecinos que allí vivimos, y que a pesar de hacerse pasar por amigo de Torcual, por el huerto no apareció para nada.

»Viendo que Torcual tiene todavía agua en un pequeño depósito, lo abro y comienzo a coger agua en un caldero, mientras el incendio continúa comiéndose la maleza en dirección contraria a la chabola. Los del todoterreno dieron buena cuenta de las llamas que habían prendido en los plásticos y lonas que tiene Torcual por la parte que daba a la finca en llamas.

[Continuará…]

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