—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Antecedentes penales (1)

«La leyenda de Francis» – 2ª parte
(Quizá quieras leer antes la primera parte…)

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Susana Crespo llegó a la sucursal cuando el subinspector y Roque abandonaban a la carrera aquella oficina de la Caja.
—¡Roque!, ¿qué me puedes decir? –urgió la periodista.
—Poca cosa, Susana. La investigación la lleva el subinspector –Roque no se detuvo porque quería llegar a la casa de Francis antes que el policía nacional.
—Ese tipo no me dirá nada –dijo Susana mirando de soslayo al aludido–. No hasta que se dé cuenta de que puedo serle útil –masculló entre dientes.
—Querrás decir hasta que te deba una –Roque la había oído.
—Prácticamente es lo mismo.
—Vamos a casa de Francis, el del gol de cabeza.
—¡No jodas! ¿Sabéis ya que ha sido él?
—Bueno, hay indicios. Acércate hasta allí y ya veré qué puedo hacer por ti –y el coche patrulla partió aprisa con las luces de emergencia prendidas pero sin señal acústica.

» En la comisaría de la Policía nacional se habían estado documentando sobre este Francis.

Mientras tanto el subinspector se había trabado reportando la incidencia a la comisaría:
—…el sospechoso es Francis el del gol de cabeza –estaba diciendo–. Me voy con Vázquez hasta su casa acompañados de una patrulla de la Policía local, pero no descarto que tengamos que solicitar refuerzos. El sospechoso no es un delincuente habitual, pero ha hecho uso de un arma de fuego, por lo que podría estar bajo el efecto de una euforia no natural.

Roque informó a su oficina de las novedades durante el trayecto. Quiso el destino que el inspector de la Policía local (el sargento, todavía, para toda la ciudad) salía en ese preciso instante de esas dependencias camino de una reunión con María Reina, por lo que pudo escuchar el parte de Roque. No bien entró en el despacho de la primera teniente de alcalde cuando informó a la edil del suceso. María conocía bien a Francis el del gol de cabeza. Era miembro de su partido, y uno de los históricos, de los que constituyeron el partido en Mospintoles cuando aún España se desperezaba de la dictadura de aquel general golpista. En aquellos días estaban preparando un homenaje para tres militantes históricos, entre ellos este Francis, a celebrar dentro de dos semanas.

Susana había subido al utilitario familiar y siguió la estela del coche Z de la Policía nacional, que también se abría hueco entre la circulación con los rotativos luminosos. Pero no alcanzaba a vislumbrar a qué las prisas, pues Francis vivía en una calle perpendicular a la Avenida de Toledo, cinco manzanas más arriba. A decir verdad, vivía en el caserón de un apartado callejón que daba a esa perpendicular, en lo que era uno de los primeros ensanches del antiguo Mospintoles, lugar donde se amontonaban unos edificios desvencijados que tendrían que ser derruidos cualquier día por motivos estéticos, de seguridad y de necesidad urbanística.

Llegaron los dos coches patrulla en una sin par carrera, y detrás Susana. Cuando se apeaban los policías, el subinspector preguntó a Roque por Susana:
—¿Qué hace aquí esa?
—Te habrá seguido –propuso Roque.
—¡Joder qué mierda!

En la comisaría de la Policía nacional se habían estado documentando sobre este Francis. Todo mospintoleño conocía a Francis, el del gol de cabeza, y como resultado pronto afloró su pasado más notorio: que si jugador de fútbol destacado, que si militante activista comprometido, con dos o tres ingresos en prisión en la España pre-democrática, que si trabajador en la cantera abandonada al oeste de Mospintoles. ¿Qué de qué había trabajado Francis en la cantera?, había preguntado el comisario. Pues de dinamitero.

El comisario, conocedor del carácter impulsivo del subinspector, no se lo pensó dos veces y dio aviso a la Unidad de Intervención Policial, acuartelada al norte del municipio de Mospintoles. En consecuencia, la UIP se apertrechó para la contingencia y abandonó su cuartel. En menos de diez minutos estarían a la entrada del callejón donde vivía este Francis, el del gol de cabeza.

(Continuará…)